I. El caso
Fray Servando Teresa de Mier y Noriega y Guerra fue un sacerdote dominico de origen mexicano. El 12 de diciembre de 1794 pronunció en México, en la Insigne y Real Colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe, un famoso Sermón, que le había sido encargado por el regidor de la Orden, donde desarrollaba una hipótesis muy popular en la época, la cual dice que el cristianismo existía en América desde el año 40 d. C., pues había sido predicado por Santo Tomás antes de la llegada de los españoles. Según Fray Servando, el principal exponente de esta hipótesis en el siglo XVIII era el erudito mexicano José Ignacio Borunda, al parecer experto en la interpretación de jeroglíficos indígenas, quien se la había expuesto personalmente con muchos detalles unos días antes. El primer párrafo del Sermón de Fray Servando dice así:
’’La Virgen de Guadalupe no está pintada en la tilma de Juan Diego sino en la capa de Santo Tomé (conocido por los indios como Quetzalcoatl) y apóstol de este Reino. Mil setecientos cincuenta años antes del presente, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe ya era muy célebre y adorada por los indios aztecas que eran cristianos’’.
La idea que Fray Servando quiso expresar con fuerza, es que el lienzo sobre el cual se halla pintada, de manera milagrosa, la imagen de la Virgen de Guadalupe, no data de 1531, fecha en la cual se le habría aparecido al indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin, sino que es varios siglos anterior. De esta forma intenta demostrar que la difusión del cristianismo en América es anterior a la llegada de los españoles. ¿Para qué? Se supone que para darle mayor realce y grandeza a una tradición mexicana, aunque también se pueden hacer lecturas más profundas. Pero la idea estaba en un limbo entre el orgullo mexicano y la herejía.
El 12 diciembre, fecha de lectura del sermón se celebraban los festejos del aniversario número 263 de la manifestación mariana de la virgen de Guadalupe, en presencia del virrey Miguel de la Grúa Talamanca, del arzobispo Alonso Nuñez de Haro y Peralta y varios miembros de la Real Audiencia de Nueva España. Fray Servando era sacerdote y Doctor en Teología de la Universidad de México desde los 27 años. Para comprender la importancia de la tradición de Guadalupe en México, recordemos que después de su aparición al indio Juan Diego en el siglo XVI, fue utilizada como bandera de los campesinos de Hidalgo y Morelos, a principios del siglo XIX, y por los campesinos de Emiliano Zapata en 1910, en el contexto de la Revolución Mexicana.
Dos días después de leído el sermón por Fray Servando, el 14 de diciembre de 1794, el arzobispo lo acusó de haber negado la tradición de Guadalupe, al decir que la imagen de la Virgen estaba pintada sobre la capa de Santo Tomás y no sobre la del indio Juan Diego, pero el Cabildo de la Colegiata misma de Guadalupe defendió la tesis de Fray Servando. La hipótesis era ya popular entre muchos eruditos y entre la gente común. Tampoco era nueva, sino que se remontaba al siglo XVI. En su Apología, Servando dice que América ya era conocida en la Antigüedad por los apóstoles. Según sus propias palabras:
''San Clemente, discípulo de San Pedro, y su sucesor, a los veinte años de su martirio, en su célebre carta a los corintios, que se leyó en las iglesias del Oriente más de treinta años como una escritura, les dice así: «En el inmenso Océano hay otros mundos gobernados por el Creador con las mismas leyes con que se gobierna el nuestro.» De la misma manera hablaron Orígenes, San Jerónimo y otros Padres''.
En su Apología, Fray Servando afirma que Quetzalcoatl es Santo Tomás y la diosa Tonantzin es la Virgen de Guadalupe. Servando va todavía más lejos y dice que mexicano significa lo mismo que cristiano, y México significa ''donde es adorado Cristo''. Más adelante plantea que el cristianismo habría llegado a América a través de la India.
En los días siguientes al sermón se registraron una serie de roces entre criollos y españoles peninsulares en lo que a la interpretación de Fray Servando se refiere. Además de los ya mencionados, la actitud del Provincial de la Orden de Santo Domingo, Fray Domingo Gandáris hizo notar que no veía con buenos ojos las ideas de Fray Servando. Una semana después de haber pronunciado el sermón, el arzobispo Dr. Alonso Núñez de Haro, dictó un edicto en su contra, tildó de ''proposiciones escandalosas, milagros supuestos y especies ridículas y vanas'' sus afirmaciones, le retiró la licencia para predicar, y lo acusó de herejía y blasfemia ante el Santo Oficio.
El arzobispo recurrió a los servicios de otros dos eruditos mexicanos, José Patricio Uribe y Manuel de Omaña y Sotomayor, para elaborar un Dictamen crítico sobre el sermón de Fray Servando. El primero era catedrático de Retórica, Filosofía y Sagrada Escritura en la Universidad de México, quien procedía de una modesta familia criolla de pequeños comerciantes y fue alumno de Javier Clavijero, considerado la máxima autoridad en materia de antigüedades mexicanas. Llama la atención el tono irónico con el que está elaborado el Dictamen crítico, con continuas referencias a Don Quijote, del que Uribe fue el principal autor. Manuel de Omaña y Sotomayor, también nacido en México, doctor en Teología, Cura del Sagrario y Canónigo Magistral de la Catedral Metropolitana de México, rector del Real y Pontificio Colegio Seminario Conciliar de México, hermano de Gregorio José de Omaña y Sotomayor, Rector de la Real y Pontificia Universidad de México, obispo de Oaxaca, fue el coautor del Dictamen crítico.
El arzobispo desterró por diez años a Fray Servando a España, con reclusión en el convento de las Caldas, cerca de Santander, perpetua inhabilitación para enseñar, predicar y confesar, y privación del título de doctor.
II. Fray Servando y la Inquisición
La Orden de Predicadores o Dominicos a la que pertenecía Fray Servando, fue fundada por Domingo de Guzmán en 1215. La Orden colaboraba con la Inquisición desde 1231, en que combatió la herejía de los cátaros en el sur de Francia. En el siglo XIII, la Orden produjo inquisidores famosos, como Tomás de Torquemada, así como los primeros manuales del Santo Oficio. En 1254, el papa Inocencio IV les concedió el privilegio de ser los únicos inquisidores de España.
Por otro lado, la Orden de los Dominicos también se destaca por haber producido algunas de las figuras más críticas de la historia, sobre todo en América, como Fray Antonio de Montesinos y Fray Pedro de Córdoba, antecedentes directos de Fray Bartolomé de Las Casas, que contribuyeron a sentar los principios del Orden jurídico humanista, de base teológica, que tanto caracterizó al Derecho indiano; puede decirse que la Orden dominicana aportó a la historia de las ideas y prácticas democráticas en España y en América, el reconocimiento de la condición humana a todos los hombres, base de la ciudadanía, y la lucha por la justicia social, principio que debe regir la convivencia en un Estado moderno.
En su estudio sobre ’’protonacionalismo popular’’, Eric Hobsbawm dice que las religiones mundiales –y eso esperaba ser la Iglesia católica en el siglo XVI como ahora- ''son universales por definición''. En consecuencia evolucionaron para hacer abstracción de las diferencias accidentales entre los pueblos:
’’Los españoles y los indios en el imperio, los paraguayos, los brasileños y los argentinos desde la independencia, todos ellos eran hijos igualmente fieles de Roma’’ (HOBSBAWM, E.: 1995, pág. 77).
La base de esta idea hay que buscarla en el humanismo renacentista que impulsó en la América de los siglos XV y XVI, la Orden de los dominicos. Al popular adagio latino ''homo homini lupus'' (''el hombre es el lobo del hombre''), opuso Francisco de Gamboa, originario de Vitoria su propia fórmula: ''homo homini homo'', inspirada en Ovidio, o también la de otro hispano, pero del siglo I, Séneca el Joven: ''homo, sacra res homini'': ''el hombre es una cosa sagrada para el hombre''.
La Orden, sin embargo, no estaba libre de las presiones más mundanas que se originan en las luchas de influencias. Un caso característico fue el de Bartolomé Carranza, fraile dominico muy influyente durante la Reforma católica (o Contrarreforma, según los protestantes), en especial durante el Concilio de Trento, quien llegó a ser arzobispo primado de Toledo, y sin embargo, fue perseguido por la Inquisición Católica. Fue acusado de luteranismo por el arzobispo de Sevilla e Inquisidor General, Fernando de Valdés, y uno de sus principales perseguidores fue otro dominico, Melchor Cano.
La Inquisición que juzgó a Fray Servando se atenía a los procedimientos del siglo XVI. En México, la Inquisición comenzó a operar en 1522, atendiendo casos de bigamia, y a partir de 1527, de blasfemia, así como los juegos de dados y de naipes. El jefe de los franciscanos que llegaron a México en 1524, conocidos como ''los Doce'', Fray Martín de Valencia, fue nombrado Comisario del Santo Oficio por Fray Pedro de Córdoba, celoso defensor de los indios, quien fue Inquisidor General de todo lo descubierto y de cuanto se descubriese en las Indias, por designación del Cardenal Adriano de Utrecht.
Una característica de la época fue la confusión entre lo que son infracciones de orden social, moral, religioso, político y jurídico, colocando en el mismo plano, lo que hoy consideraríamos una falta social o moral, e incluso una diferencia de opinión, y un crimen o delito propiamente dicho. En 1528, con la llegada a México de Fray Vicente de Santa María, Vicario General de los Dominicos, y Comisario del Santo Oficio de la Inquisición, aparecen los primeros casos de condenas por idolatrar y por judaizar. En 1535 pasó a ser Inquisidor de México, Fray Juan de Zumárraga, que en 1543, conoció y sentenció en unos 148 casos: 56 por blasfemia, 19 por bigamia, 14 por idolatría, 13 por magia y hechicería, 10 por judaizantes, 7 por amancebamiento, 6 por herejía y 21 por delitos varios. La mayoría de los condenados eran españoles, aunque en la minoría de indios destacan los caciques, por ''dogmatizar''. En este último caso, quienes denunciaban a los caciques, solían ser otros caciques. Se destacan también los indios cristianos que son martirizados por otros indios. Las sentencias aplicadas en estos 148 casos fueron: confiscación de bienes, servicio de minas, destierros, azotes, reclusión en monasterios, abjurar y hacer penitencia, ser paseado sobre un asno con sambenito y coroza, y humillado en los pueblos. Cuando se consideraba que el crimen era gravísimo se los entregaba al brazo secular, a la justicia civil.
En los siglos XVI y XVII también se realizaron pormenorizados estudios de las creencias religiosas de los indios, no tanto para perseguirlas sino para encauzar la evangelización de manera más eficiente. En el siglo XVII, en su obra ''Luz y Método'', el Presbítero Villavicencio hizo un análisis de lo que llamó ''secretas y constantes prácticas de idolatrías en el Monte de los ídolos'', cerca del arzobispado de México, y también en la villa de Atlixco, donde ''algunos de los indios iban a idolatrar a escondidas y a deshoras, a un arroyo que llamaban Jocapa, cuyas aguas son amargas y tienen allí su origen y manantial''. Bajo el reinado de Felipe III, entre 1578 y 1621, se ordenó que los ''falsos sacerdotes de ídolos y hechiceros'' fueran repartidos ''en conventos de religiosos donde sean instruidos y sirvan atenta a su edad, de forma que no se pierdan estas almas''. Es evidente, sin embargo, que las mencionadas ''idolatrías'' se continuaron practicando.
A principios del siglo XVIII, la Inquisición española suprimió el tormento, aunque lo siguieron practicando los tribunales civiles. Con anterioridad a esta fecha, estaba regulado desde 1561; por ejemplo, no podía aplicarse a los menores de 25 años ni a las mujeres embarazadas. Durante la segunda mitad del siglo XVIII fueron sentenciados por la Inquisición algunos extranjeros acusados de luteranismo, calvinismo y herejía. Estos extranjeros eran de origen sueco, francés, suizo, húngaro, italiano. Un gallego fue procesado por ''ateísmo y anabaptismo''. Españoles y criollos fueron acusados por prácticas judaizantes. Venecianos y franceses fueron condenados por francmasones. También hubo sonados casos de hombres polígamos y mujeres políviras, en un contexto, como el del siglo XVIII, en que las prácticas sexuales se habían liberado mucho con relación al siglo anterior. Notable fue el caso de la monja María Micaela de San José, profesa de velo negro del Convento de la Santísima Trinidad de Puebla, denunciada por ilusa y ''afectada de santidad, falsas revelaciones, visiones divinas y milagros''.
En los años 1790, cuando la Inquisición en México tomó un carácter más ideológico, los registros dan cuenta de un grupo de 60 reos condenados por ''mala doctrina''. En ese grupo encontramos a Fray Servando, en ese momento, dominico de 31 años, quien no negó los milagros guadalupanos, sino que más bien trató de dotarlos de mayor antigüedad y grandeza. Hay que pensar que a fines del siglo XVIII estamos en vísperas de la revuelta del cura Miguel Hidalgo, a quien se le había abierto una investigación ya en el año 1800. En esta etapa, y en el contexto de inquietud provocado por la Revolución Francesa, se destacan los ''afrancesados'' y franceses procesados por el Santo Oficio; entre ellos, había vascos y valencianos.
Hay que señalar que unos meses antes del sermón de Fray Servando, el 26 de agosto de 1794, ''franceses y afrancesados'' habían fijado en México ''un pasquín sedicioso, muy contrario a la religión católica y a nuestro gobierno monárquico, y aprobante del de los franceses'' dirigido ''a sublevar todo el reino''. Entre los años 1795 y 1798 fueron quemados en cuerpo o en efigie varios afrancesados, y a partir de 1800, muchas publicaciones, y hasta representaciones teatrales fueron perseguidas como ''malos libros'' y ''doctrinas heréticas''. De manera que este era el clima cuando comenzó la odisea de Fray Servando, que en aquel momento era un joven clérigo con inquietudes intelectuales.
No deja de ser interesante que Fray Servando fuera sobrino de ''Juan de Mier y Villar, natural de Alles, Oviedo, racionero de la catedral metropolitana en 1770 y fiscal inquisidor del Santo Oficio de la Inquisición en México desde 1775. Entre esa fecha y 1797, don Juan fue o debió ser fiscal en los procesos de unas cien personas por proposiciones heréticas, que incluían a algún judaizante, a cocineros, peluqueros y frailes de todas las órdenes, así como a los franceses Juan Lausel, Juan María Murgier y el médico Esteban Morel. Estos dos últimos, acusados de 'cizaña e infidelidad' a favor de las ideas de la Revolución Francesa, se suicidaron en prisión. El capitán Murgier se quitó la vida el 11 de noviembre de 1794, un mes antes del sermón de fray Servando. Su sentencia había sido firmada por Mier y Villar'', según Christopher Domínguez. Se puede pensar que en realidad, la Inquisición protegió a Fray Servando, poniéndolo a salvo de los riesgos de las guerras civiles de la época.
El Santo Oficio en México sería abolido en 1813 por las Cortes de Cádiz, reintroducido en 1815, y vuelto a abolir en 1820 con motivo de la sublevación del General Riego por el Virrey Don Juan Ruiz de Apodaca. El calvario de Fray Servando duró hasta ese año, siendo él, uno de los últimos reos de la Inquisición, perseguido tanto en América como en España, donde fue desterrado.
Durante el siglo XVIII el Santo Oficio fue víctima de las tendencias regalistas de la monarquía borbónica, y tolerado por los ''ilustrados'' siempre y cuando persiguiera las llamadas ''supersticiones del vulgo''. Si no hubiera sido por la Revolución Francesa, nunca hubieran sido perseguidas las Nuevas Ideas del Siglo, ya que su último Gran Inquisidor, Ramón José de Arce, simpatizaba con los así llamados ''filósofos''.
III. El caso de Fray Servando es demasiado complejo como para abordarlo de una sola vez, por lo cual, en esta oportunidad, nos limitaremos a exponer siete perspectivas de interpretación e investigación que hagan viable una aproximación del tema sin sacrificar su profundidad, su complejidad y sus matices.
1. La existencia de una Ilustración hispano-americana, con ideas propias. Hay una tendencia a creer que el Siglo de las Luces es francés, y que sus principales exponentes son franceses: por ejemplo, Rousseau, Voltaire y Montesquieu. Pero no es así: es un movimiento mundial, no solo francés. Este es más bien el punto de vista del nacionalismo francés. La realidad es que hay un Siglo de las Luces en España, que estuvo muy estimulado por los Borbones. Se trata de una corriente reflexiva, erudita, pero también crítica, que gusta de la ironía para expresarse. Está representado por los fabulistas, como Samaniego, que a través de fábulas, donde hacen actuar y hablar a los animales, presentan escenas didácticas y morales. Resurgen los autores de sátiras, con el cometido de hacer reflexionar a la gente. Autores como Juan Carlos Forner, que reflexionan, en sus sátiras, sobre el mal uso de la lengua y los vicios introducidos en la poesía por los malos poetas.
2. Esta Ilustración hispano-americana no se limita al campo de la literatura. Se observa también en el desarrollo de la ciencia, de la industria y de la técnica. Un desarrollo material que va acompañado del desarrollo académico. Se fundan Academias, Sociedades, Bibliotecas, Jardines Botánicos, periódicos. Encontramos avances en el campo de la Química, fundamentalmente en la Universidad de México, donde se logra aislar el wolframio y se descubre un procedimiento para la purificación del platino. Las universidades mexicanas y de toda Latinoamérica eran muy avanzadas respecto a Norteamérica. Esta afirmación la hace un científico alemán, Alexander von Humboldt, quien agrega que los pobres también podían estudiar en las universidades públicas, a diferencia de los Estados Unidos, donde las universidades eran elitistas. Este fue el entorno académico en el que Fausto Fermín de Elhuyard descubrió el wolframio o tungsteno, así como un procedimiento para la purificación del platino. Fausto Fermín de Elhuyard era español, pero los laboratorios donde hizo estos descubrimientos fueron los de la Escuela de Mineralogía de México.
3. Dentro de esta Ilustración literaria y científica hispano-americana, encontramos una Ilustración americana propiamente dicha. Su logro más evidente es la construcción de una cultura propia, vinculada a formas de protonacionalismo que conocemos como ''americanismo'' o ''criollismo''. Es una corriente que destaca los valores americanos sin desmerecer los valores universales. De ahí la afirmación de Fray Servando, que mantiene hasta el final de sus días, de no haber negado la tradición de la Virgen de Guadalupe, revelada a San Juan Diego, sino haber querido darle más ''más antigüedad y grandeza''. Esta es una tendencia que se ve reforzada por los descubrimientos de restos arqueológicos realizados entonces, como los códices indígenas y en particular, el hallazgo de la estatua de Coatlicue y de la Piedra del Sol, que produjeron un gran impacto en la opinión pública.
4. Por otro lado, este americanismo no era una completa novedad, sino que hundía sus raíces en los siglos XVI y XVII. De ahí la insistencia de Fray Servando de que todas sus afirmaciones tienen antecedentes. Dichos precedentes son, además, teológicos, por la importancia que la Iglesia tuvo en América como difusora de cultura, y en particular, las ódenes religiosas: los dominicos y los franciscanos desde la primera hora, más adelante, los jesuitas. Siempre colaboradores, pero también adversarios y críticos de la Corona y del Estado.
5. Entre esos antecedentes, destacan los aportes españoles e indígenas del Renacimiento y el Barroco, con los cuales la cultura mexicana moderna mantuvo una línea de continuidad. El padre Gregorio García, ya decía en el siglo XVI, en su Tratado sobre el Origen de los Indios del Nuevo Mundo (donde analiza todas las hipótesis posibles sobre el origen del hombre americano, incluso la de que pudo haber venido de Siberia, como se piensa ahora) decía que tenía pruebas de la predicación en América del cristianismo por Santo Tomás, muchas pruebas, entre ellas, haber hallado sus huellas fósiles. Por su parte, los indios de Tlaxcala manejaban un argumento similar en su Lienzo de Tlaxcala, que es de mediados del siglo XVI. La gente de la época decía que el motivo de la presencia de los españoles en América era la evangelización. Pero los tlaxcaltecas alegaban que eran ellos esos evangelizadores y no los españoles, porque sus antepasados tlaxcaltecas habían visto la cruz antes de que Hernán Cortés llegara a México. Los tlaxcaltecas defendieron en su Lienzo de Tlaxcala, que ellos y no los españoles eran los verdaderos conquistadores de México. Asistimos así a la formación de una cultura sincrética, mestiza, que hicieron posible las preocupaciones comunes de indios y españoles. Cultura mestiza renacentista y barroca que es la base de la cultura ilustrada hispanoamericana moderna en particular, y de la civilización de la mayor parte de América que hoy conocemos como ''Latina'', en general.
6. La idea de que América había sido evangelizada antes de la llegada de Cristóbal Colón, puede parecer una idea erudita, pero no lo es. Se trata de una idea que tiene consecuencias en lo que se refiere a la naturaleza de los indios americanos, de las culturas americanas, de la identidad de América, y de las propias culturas criollas y mestizas. Significa que América siempre ha estado en contacto con el mundo, que sus civilizaciones son iguales a las del Nuevo Mundo. Pero además tenía consecuencias jurídicas, porque el Orden Indiano, jurídico y político se basaba en la idea de que los cristianos de Europa tenían la misión de evangelizar América. Sin esa misión como base, el Orden Indiano se viene abajo como un castillo de naipes, y lo que nos queda es una América dueña y señora de sí misma. Lo que vemos aparecer con mucha madurez en el siglo XVIII, es una conciencia americana que no se considera prolongación ni copia de la conciencia europea, sino una conciencia propia.
7. Por último, la historia de la Inquisición en México, como en toda América, es una auténtica cantera para el conocimiento de las mentalidades, de las corrientes de opinión, y del desarrollo de las ideas, de un siglo a otro.
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