jueves, 5 de diciembre de 2013

Memorias de Indiberya (II). Las mujeres ''negras'' que hicieron brillar la civilización ibero-americana en los siglos XVII y XVIII (1)

Hispanidad... ¡tendrás tu reino! Pero tu reino no será de este mundo
                                         León Felipe (1884-1968)

Formaron parte de la misma corriente de autores negroafricanos en lenguas europeas donde destacó Olaudah Equino, también conocido como Gustavus Vassa, escritor nigeriano en lengua inglesa (1745-1797), pero son mujeres. Destacaron como talentos literarios, pero lo hicieron antes que Phyllis Whitley en Boston, escritora negroafricana en lengua inglesa (1753-1784). Plantearon la ''cuestión femenina'', pero todavía antes que las europeas Mary Wollstonecraft (1759-1797) y Olympe de Gouges (1748-1793).

Sor Teresa Juliana de Santo Domingo Chicaba (1676-1748)


Nació en África, en una región conocida como La Mina Baja del Oro, que en la actualidad ocupan Gana, Benin, Togo y Nigeria, con el nombre de Chicaba o Chikaba. Es la primera autora negroafricana en lengua española, y una representante del Barroco literario y religioso en España (1600-1750).

''Aih, Jesús, donde te has ido,
que un instante no puedo
verme sin tigo

Aih, Jesús de mi alma,
donde te has ido,
que parece que no vienes
y te has perdido''.

Raptada en África a los 9 años, mantuvo hasta el final de sus días que era una princesa, y como seña de identidad trató de conservar sus joyas, de las cuales ha llegado a nuestros días una reliquia, un vaso con arabescos y una inscripción que reza: ''Halin me hizo'', que ella usó toda su vida. Este dato sugiere que su tierra natal había recibido la influencia islámica. Según la tradición, fue tanto lo que insistió la esclavita con su origen noble, que la enviaron a la Corte de Carlos II.

Otros datos biográficos sugieren un sincretismo entre creencias bantú, islámicas y cristianas. Por ejemplo, siendo muy pequeña se le aparece un Niño blanco, quien le declara que quiere ser su esposo. (Parece que por entonces en África hubo numerosas apariciones de este Niño misterioso). Unos ángeles la bautizan junto a un río. El día que el Obispo Calderón la autorizó a profesar como terciana, tuvo una visión mística en la que el mismo Santo Domingo la conducía de la mano. Se atribuían virtudes curativas milagrosas a su saliva y a sus manos, y una capacidad especial para enfrentar al demonio y tratar a los endemoniados; el caso más célebre que trató fue el de María Francisca. Cada vez que la humillaban se producía alguna intervención divina por la cual era exaltada ante las demás monjas.


Fue contemporánea de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) -aunque Sor Juana era 25 años mayor, murió joven además-; y no puede ser una casualidad que sus mecenas y protectores fueran los mismos de la mexicana: los Marqueses de Mancera, especialmente la segunda esposa del Marqués Antonio Sebastián Álvarez de Toledo y Salazar, 25° Virrey de México, Doña Juliana Teresa de Meneses. Ellos la animaban a leer, a escribir, y a meditar. Chicaba hacía reflexiones interesantes sobre la creación y las criaturas, se encerraba en su cuarto donde dialogaba con Jesús. A los 24 años decidió vivir en un convento pobre en el barrio de Salamanca de las afueras, el Convento de la Penitencia.

La reflexión sobre la condición femenina es un tema común con Sor Juana Inés. Los conventos de la época ofrecían a la mujer un espacio como escritoras, a tal punto que escritura femenina y escritura de convento se entendían casi como la misma cosa. Escribía por entonces la monja mexicana:

''Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis''.

Y Sor Teresa Juliana de Santo Domingo:

''Aih, Jesús, qué os diré yo,
si os vais con otras,
[...] Y si estás con otra,
ya yo lo he visto;
a Marta y María
las has querido''.

Es importante tener presente el retrato evangélico de Marta y María de Betania para entender el poema:

''En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: 'Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude'. Le respondió el Señor: 'Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada''. Lucas 10, 38-42.


Su biógrafo y compilador de sus manuscritos fue Juan Carlos Miguel Paniagua, autor de Compendio de la Vida Ejemplar de la Venerable Santa Teresa Juliana de Santo Domingo (1752).

La aparición de Sor Teresa Juliana en el escenario literario español no es casualidad. Hay toda una corriente literaria, que atraviesa los siglos XVI, XVII, y XVIII, donde el tema son los negros, la cultura de los negros, y la reflexión sobre la situación social de los negros, lo que podríamos llamar ''la cuestión social de los negros''.

Francisco de Quevedo (1580-1645) no es un caso aislado y no solo escribió ''Defensa de los esclavos negros''. También compuso villancicos que están inspirados en los cantos de las cofradías de los negros. (Las cofradías de negros se reconocieron en todos los Reinos de España y de Indias por Real Cédula de Carlos V de 1519).

Lope de Rueda (1510-1566), y sobre todo, Lope de Vega (1562-1635), compusieron obras de género dramático, donde el tema son los negros, y que se denominan ''comedias de negros''. Los personajes son negros y muchas veces los escenarios se sitúan en África, como El amante agradecido (1602) y El arenal de Sevilla (1603). 

Al principio, la reflexión sobre el tema se hacía desde lo pintoresco, lo erótico, y lo cómico. Los personajes aparecían hablando su propia variante del castellano, es decir, con influencias de origen gitano, moro y portugués. El autor de la comedia siempre pone en boca de los personajes algún comentario que invita a la reflexión social. Por ejemplo, en Los comendadores de Córdoba (Lope de Vega, 1596):

''Todos los he de abrazar/ que aunque negros, gente son''.

Esta primera tendencia evoluciona luego y se orienta a la dignificación del negro. Representantes de la segunda tendencia fueron Andrés de Claramonte, autor de El valiente negro en Flandes, y Ximénez de Enciso, Juan Latino. Dentro de esta tendencia aparece la literatura llamada ''de santos negros'', con El santo negro Rosambuco, de la ciudad de Palermo (Lope de Vega, 1612), y El negro del mejor amo (Lope de Vega, 1653). 

Por último, en el siglo XVIII se llega a la completa humanización del negro, con El negro sensible, de Luciano Francisco Comella (1751-1812), que se presentó en el Teatro del Príncipe (ya en el contexto de la Ilustración Española, y sobre todo, en el contexto de la Revolución de Haití), el 25 de agosto de 1798. El escenario del drama (''melodrama'') es precisamente, la América tropical, y la acción comienza con el parlamento de Catul, donde este dice:

''[...] Separado de una tierna y amable compañera por un derecho cruel, que se abrogaron los fieros europeos sobre el hombre que no tuvo la suerte de ser blanco [...]''.

La obra se encuentra digitalizada y puede ser leído el original en el siguiente enlace:
http://www.memoriademadrid.es/fondos/BH/documentos/BHM_Tea_1-50-5-Bp.pdf

Esta corriente literaria se originó en el siglo XVI en Portugal. La lista de autores portugueses y españoles que la componen es extensa. Por ser un tema poco conocido y que permite iluminar toda una dimensión de la civilización española y portuguesa, se recomienda la lectura del siguiente trabajo:
http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/02/aih_02_1_070.pdf



Rosa Egipcíaca, Rosa María de Egipto o Rosa de la Vera Cruz (1719-1778)


Nació en África, en Costa da Mina, de donde fue raptada cuando tenía 6 años, y fue a parar a San Sebastián de Río de Janeiro, América del Sur. Fue la primera escritora negroafricana en lengua portuguesa de Brasil, y una de las primeras escritoras suramericanas, autora de una Sagrada Teología del Amor Divino de las Almas Peregrinas.

En 1733, es llevada a Minas Gerais y prostituida. A Rosa no le gustaba esa vida, por lo cual terminó enfermando de una hinchazón en el estómago y comenzó a tener visiones místicas. Esto hizo que comenzara a frecuentar las iglesias. ''Endemoniada'', pidió ayuda, en 1748, a Frei Francisco Lopes Gonçalves, de la parroquia de San Cayetano, que la exorcisa.




Rosa toma el nombre de María Egipcíaca, abandona la prostitución, vende todos los vestidos y joyas que había ganado con su oficio de meretriz y reparte el dinero entre los pobres. 

Esto significa que en adelante su modelo de imitación será Santa María de Egipto, que vivió en los siglos IV y V d. C. en el país del Nilo, en principio una cínica o una libertina (en sentido filosófico y existencial), que a los 12 años se va de la casa de sus padres y se dedica a una vida sexual disoluta hasta los 29 años. Pero entonces quiere purificarse y se retira al desierto, a reflexionar el resto de su vida, durante 47 años. San Zózimo la visitaba y le llevaba los sacramentos. Se la recuerda el V Domingo de Cuaresma, sobre todo en la tradición bizantina de la Iglesia ortodoxa, pero también en la Iglesia católica y anglicana:

''Tú que alguna vez fuiste llena de toda clase de fornicación/ Eres ahora vista como la Novia de Cristo por tu arrepentimiento/ Imitaste y emulaste la vida de los ángeles/ Por la Cruz aniquilaste las hordas demoníacas/ Por ello eres ahora la Novia en el Reino de los Cielos/ ¡Oh, humilde María!''.

Los pintores del barroco representaban a Santa María Egipcíaca como una mujer que medita junto a un cráneo, ya que el barroco tiene una orientación que podríamos llamar ''existencialista''.


Santa María Egipcíaca, de José de Ribera
Rosa tiene en común con ella su origen africano y su sufrida y luchadora vida. Con la ayuda de los religiosos, y de otras mujeres, Rosa funda un albergue y refugio para ex-prostitutas, ''Nuestra Señora del Parto''. Igual que a Sor Teresa Juliana se le atribuye la capacidad de enfrentar al demonio y de curar por medio de la saliva.


A partir de entonces, se extiende su fama. Los frailes la empiezan a llamar ''Flor do Rio de Janeiro''. El Provincial de los Franciscanos, Frei Agostinho de São José se convierte en su mentor espiritual.

En este momento culminante (1763), sus adversarios la denuncian a la Inquisición de Lisboa por hechicera, hereje y falsa santa, ya que se considera ''Esposa de la Santísima Trinidad''. No se sabe bien cómo terminó este episodio, pero Rosa, que para esa fecha ya contaba con las necesarias herramientas de reflexión teológica, compone el Tratado que mencionamos al principio, Sagrada Teología del Amor Divino de las Almas Peregrinas. Fallecida en 1778, y considerada santa en Brasil, a sus reliquias se las disputaron varios devotos.

De los archivos de la Inquisición portuguesa la vino a sacar nuevamente a la luz el antropólogo e historiador Luiz Mott, que se convirtió en su biógrafo y además reconstruyó el contexto de la época.

Está claro que tanto Sor Teresa Juliana de Santo Domingo Chicaba como Rosa María Egipcíaca fueron mujeres excepcionales que hicieron un esfuerzo ímprobo no solo por salir adelante ellas, sino por sacar adelante a muchas otras generaciones de sufridas y luchadoras mujeres además de la suya propia.



Artículo anterior: ''Los genios y talentos negroafricanos que hicieron brillar la civilización hispano-americana''






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