domingo, 25 de mayo de 2014

Batalla de Las Piedras, el 18 de mayo de 1811 en la Banda Oriental. Un caso puntual que pone en evidencia toda la complejidad de nuestra historia hispano-americana durante los primeros años del siglo XIX. (Parte 3).

Batalla de Las Piedras, el 18 de mayo de 1811 en la Banda Oriental. Un caso puntual que pone en evidencia toda la complejidad de nuestra historia hispano-americana durante los primeros años del siglo XIX. (Parte 3).


La mejor forma de entender qué pasó el 18 de mayo de 1811, es conocer quiénes fueron los que pelearon la famosa batalla. Ya vimos que por entonces todos eran ''juntistas'' y ''fernandinos''. Es decir, por un lado tenemos a Napoleón, a su hermano José Bonaparte, a Carlos IV. Esas eran las figuras impopulares, cuyo gobierno se consideraba ilegítimo, de ahí que la soberanía debía retrovertir al pueblo, como indicaba la tradición. Por otro lado estaba Fernando VII, que era el monarca popular, a quien apoyaban las juntas de España y América, y a quien Montevideo, ''La Muy Fiel y Reconquistadora'', y Buenos Aires, ''La Muy Noble y Leal'' le habían jurado ser fieles en agosto de 1808.

Empecemos entonces por Montevideo, defendida por el Capitán de Fragata José Posadas, o José Posada, y cuyo Virrey era Francisco Javier de Elío.

Capitán de Fragata José Posadas (Primer plano, a la izquierda). Recreación teatral popular realizada en el Departamento de Canelones, donde tuvo lugar la batalla de Las Piedras, tomando como base el cuadro de Juan Manuel Blanes.
Recreación teatral realizada durante el bicentenario de la batalla de Las Piedras. Escena en la cual el Capitán José Posadas presenta su rendición a José Artigas, y un fraile recibe la espada. Basada en un detalle del cuadro de Juan Manuel Blanes. Créditos: TMCnet.com

La Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo fue una de las cuatro ciudades amuralladas que existieron en América, y la más importante al sur de El Callao. Su ocupación y fortificación comenzó en febrero de 1724, con la construcción de la primera batería, luego Fuerte San José, y con el objetivo de repeler ataques de piratas franceses -como el de Etienne Moreau, registrado entre 1717 y 1720-, o incursiones portuguesas, como la del Maestre de Campo Manuel de Freitas Fonseca, en 1723. La iniciativa de la fundación de Montevideo no partió de España, sino, -como era característico- de la propia América. Fue el Gobernador de Buenos Aires, Don Bruno Mauricio de Zabala quien la fundó, la pobló y la empadronó en 1724; en 1725 llegó el reconocimiento real junto con el título de Muy Noble y Muy Leal que en adelante ostentó la ciudad de Buenos Aires por haber dado vida a la que, andando el tiempo, llegaría a ser capital del Uruguay.

Montevideo fue Apostadero Naval de las Islas Malvinas, Comandancia Militar y Gobernación. Los Apostaderos Navales tenían la función de evitar el comercio clandestino e impedir la ocupación de puntos estratégicos en las costas americanas por piratas extranjeros. En el caso de Montevideo, se agregó el objetivo específico de mantener la soberanía española sobre las Islas Malvinas, paso obligado del corredor interoceánico, sobre todo después de la ocupación de Port Louis por los franceses (1764), de Port Egmont (1765) por los ingleses y demás extranjeros que hacían acopio de grasa y pieles de lobos marinos.

Por Real Orden del 9 de agosto de 1776 dada en San Ildefonso, se estableció el resguardo de dichas islas por medio de dos fragatas y dos corbetas de 16 a 20 cañones, una en el Río de la Plata y otra en la Isla de la Soledad, que debían turnarse cada año. Además, el Apostadero debía ocuparse de la colonización de la Patagonia así como la defensa de la frontera con el Reino de Portugal, Brasil y Algarve, y a partir del 1° de octubre de 1777, debía organizar la ocupación de las islas de Annabón y Fernando Poo en las costas de Guinea.

Con el paso del tiempo el Apostadero fue tomando más importancia, y su administración se volvió más compleja. Estaba dirigido por un Jefe o Comandante, un Ministro y una Junta de Marina, y contaba con un equipo técnico especializado. Dos de sus Comandantes, José Bustamante y Guerra, y Pascual Ruiz Huidobro fueron también Gobernadores de Montevideo y sus Oficiales eran al mismo tiempo Sargentos de dicha plaza militar.

Entre 1724 y 1751, el Real de San Felipe y Santiago de Montevideo fue una Comandancia Militar dependiente del Gobierno y Capitanía General de Buenos Aires, que tuvo nueve Comandantes Militares. Su misión durante este período fue la defensa de la frontera, lo que no le impidió desarrollarse como puerto comercial: en 1741 se autorizó la introducción de esclavos de Guinea y la extracción de pieles de retorno.

En 1751, pasó a ser Gobernación: su primer Gobernador fue José Joaquín de Viana, que ocupó el cargo en dos oportunidades, entre 1751 y 1764, y entre 1771 y 1773. Esta etapa duró hasta 1776, es decir, hasta la fundación del Virreinato del Río de la Plata. Luego de esta fecha adquirió más importancia como puerto de ultramar y base naval. 

Durante este último periodo (1751-1778), se le asignó el comercio con los puertos de las Antillas e Islas de Barlovento (1765); servicio de paquebotes-correos entre Montevideo y La Coruña (1767); de puerto terminal (1770); se lo habilitó para el tráfico comercial con El Ferrol y La Coruña (1775); fue puerto obligado para los buques en viaje al Callao en su tránsito desde el Atlántico al Pacífico (1776). A partir de 1778 se benefició del sistema de libre comercio borbónico con los puertos españoles, se creó su aduana y se reglamentó su comercio, convirtiéndose, a esos efectos, en Puerto Mayor, lo cual le permitió aumentar su flujo comercial por medio de sucesivas autorizaciones como puerto de introducción de mercaderías al resto del continente.

En varias oportunidades (1769, 1796, 1803), Montevideo reclamó la ampliación de su jurisdicción, lo que demuestra el desarrollo y el empuje de la ciudad. Esta tendencia también se observa en lo que el historiador Pablo Blanco Acevedo llamó ''lucha de puertos'': en 1796, logró que se fusionaran los cargos de Gobernador de Montevideo y Jefe del Apostadero Naval de las Islas Malvinas; en 1799, Montevideo reclamó un Consulado de Comercio propio, además del ya existente de Buenos Aires; en 1802 logró tener su propio muelle y faro.

El pueblo de Montevideo tuvo oportunidad de expresar su espíritu de libre determinación y de fidelidad a la Monarquía Hispánica durante las Invasiones inglesas de 1806 y 1807. Porque, -como se verá- ambas cosas no eran contradictorias.

A mediados de octubre de 1806 los británicos trataron de tomar Montevideo, pero fueron rechazados, y entonces atacaron Maldonado, al este de la Banda Oriental, actual Uruguay, el 20 de octubre. La ciudad fue saqueada, sus mujeres violadas, y en general, sus habitantes sometidos a todo tipo de desmanes durante tres días y tres noches. Luego se dirigieron a la vecina San Carlos, donde encontraron una feroz resistencia. Las milicias carolinas no solo impidieron que la ciudad fuera tomada, sino que desde allí sitiaron Maldonado y trataron de reconquistarla. Los británicos ocuparon Maldonado durante dos meses, hasta que se desencadenó una epidemia. Al abandonarla, saquearon las chacras de los alrededores de San Carlos.

El 15 de enero de 1807, el Brigadier General Samuel Auchmuty, a las órdenes de John Whitelocke, intimó al Virrey Sobremonte la rendición de Montevideo, que autoridades y pueblo rechazaron como ''un insulto al honor y la lealtad''. Al día siguiente, los ingleses desembarcaron en la playa de El Buceo. El Coronel Santiago Alejo de Allende trató de impedir el desembarco con milicianos de Córdoba y Paraguay, enrolados por Sobremonte. Entre quienes combatieron ese día se encontraba el futuro héroe nacional José Artigas. El 19 de enero los británicos terminaron de desembarcar y derrotaron a las fuerzas de Allende. Al conocerse la noticia, se convocó en Montevideo una Junta de Guerra, que decidió pedir ayuda a Buenos Aires y enfrentar a los ingleses a la altura del Cristo del Cardal, paraje donde actualmente se encuentra el edificio de la Universidad de la República.

El martes 3 de febrero de 1807, luego de una heroica resistencia, los ingleses se apoderaron de Montevideo. La Ciudad-Fuerte fue sometida a un intenso bombardeo desde el día 21 de enero, hasta que el 2 de febrero los ingleses lograron abrir una brecha en la muralla a la altura del Portón de San Juan. Al intentar introducirse se trabaron en combate con los nuestros, muriendo en el forcejeo 400 montevideanos y 500 británicos. La ciudad fue saqueada y la población sometida a vejámenes. Por todas partes se veían muertos y heridos que agonizaban horriblemente:

''[...] era necesario ponerlos en el suelo sin más cama que su propia sangre, en que se revolcaban dando quejidos dolorosos y pidiendo el socorro que no se les podía dar [...]'' (Testimonio de Pérez Castellano).

Al caer la fría y lluviosa noche del 27 de junio de 1806, Buenos Aires era una ciudad sometida a sangre y fuego. Al despuntar el alba del día siguiente, la bandera británica ondeaba sobre el Fuerte o Casa de Gobierno. De la misma forma, la mañana del 3 de febrero de 1807, mientras se disipaba la fría y densa niebla, los vecinos de Montevideo no podían dejar de escuchar los ayes de las viudas y heridos del día anterior.

''Escenas de represalias sangrientas, de saqueos y violaciones, fueron perpetrados ese día por los invasores hasta que Auchmuty pudo imponer orden a los suyos. La matanza había sido horrorosa y continua por ambos lados. Por todas partes veíanse filas de heridos, de muertos y de moribundos, y por todas las calles encontrábanse literas que conducían a los pacientes a los hospitales y a las iglesias'' -escribió Robertson sobre las consecuencias del asalto británico a Montevideo.

Cuando, en junio de 1806, Buenos Aires cayó en poder de los británicos, fue en Montevideo que se organizó la Reconquista de la ciudad; y Ruiz Huidobro el Gobernador que coordinó los esfuerzos patrióticos.

''En un solo día, cuando aún las noticias eran inciertas, el 3 de julio, más de 80 firmas suscribían un documento, obligándose hasta la cantidad de cien mil pesos, y los hacendados, con horas de diferencia se comprometían hasta cincuenta mil más, aparte de gravarse la propia industria con derechos especiales, ellos que abonaban ya en una buen parte las rentas del Virreinato. Pero el sacrificio tuvo el carácter de la unanimidad, y los donativos en dinero, sufragados en menos de una semana, pasaron de doscientos cincuenta mil pesos''. (Pablo Blanco Acevedo).

Montevideo se encontró en el escenario de las guerras napoleónicas antes que la misma España; y lo interesante es que también antes que en España comenzó el proceso de autogobierno que la tradición indicaba que debía tener lugar en estas situaciones. Estos hechos son -injustamente- muy poco conocidos. 

El 4 de julio de 1806, el Gobernador y el pueblo de Montevideo decidieron en Cabildo la Reconquista de Buenos Aires. Además, a partir del 9 de julio comenzaron a recibir informes que indicaban que en Buenos Aires existía una resistencia popular contra los ocupantes británicos. El 11 de julio, Ruiz Huidobro convocó una Junta de Guerra, y el 18 de julio se volvió a reunir el Cabildo. Se tenía conocimiento de que el Virrey Rafael de Sobremonte había dejado la ciudad de Buenos Aires para dirigirse a Córdoba, aparentemente, en busca de refuerzos. El hecho es que el Virrey no se encontraba en la ciudad, que a su vez estaba ocupada por los británicos. La soberanía pues, retrovertía al pueblo, -reunido en el Cabildo- y a sus autoridades legítimas:

''...en virtud de haberse retirado el Virrey al interior del país y de haber jurado el Cabildo de Buenos Aires obediencia a la autoridad británica, debía respetarse en todas las circunstancias al Gobernador [de Montevideo] Don Pacual Ruiz Huidobro como Jefe Supremo del Virreinato, pudiendo obrar y proceder con la plenitud de esa autoridad para salvar la ciudad de Buenos Aires''.

De esta forma Montevideo formó su propio Ejército reconquistador, que fue un ejército popular, en el que también participaron vecinos emigrados de Buenos Aires, el más importante, Don Santiago Liniers y Bremont, Capitán de Navío de la Real Armada y Gobernador de Buenos Aires, que rápidamente se convirtió en caudillo popular y referente político en lugar del propio Virrey, que se temía hubiera huído. Consta en una serie de documentos, que José Artigas formó parte de este Ejército popular. Por ejemplo, hay un documento firmado de puño y letra del Gobernador de Montevideo, Pascual Ruiz Huidobro, que data de 1806:

"El Ayudante Mayor de Blandengues don José Artigas acaba de regresar de Buenos Aires en una comisión interesante del real servicio en que fue destinado por mí, y en la que estuvo por perecer en el río, por haber naufragado el bote que lo conducía, en cuyo caso perdió la maleta de su ropa de uso, apero, poncho y cuanto traía; por cuya pérdida y los gastos que le ha ocasionado la misma comisión, estimo de justicia se le abone por esta Real Tesorería del cargo de usted, trescientos pesos corrientes, y se lo aviso para su debido cumplimiento a la mayor brevedad.
Dios guarde a usted muchos años."

"Montevideo, 15 de agosto de 1806.

Pascual Ruiz Huidobro"

El Comandante Cayetano Rodríguez de Arellano, fundador del Regimiento de Blandengues de la Frontera de Montevideo, donde inició su carrera militar José Artigas, nos dejó los nombres de los patriotas de la Banda Oriental que enfrentaron en la campaña a los ingleses y después participaron en la Reconquista de Buenos Aires: 

"Del citado mi cuerpo, concurrieron a las acciones conmigo, los capitanes don Bartolomé Riego, don Carlos Maciel, don Felipe Cardozo, el Ayudante Mayor don José Artigas, los alféreces don Pedro Martínez, don José Manuel de Victorica y los cadetes don Juan Corbera, graduado de alférez, don Roque Gómez de la Fuente, don Prudencio Zufriategui y don Juan Manuel Pagóla, que murió la noche del ataque, habiéndose portado todos con el mayor enardecimiento, sin perdonar instante de fatiga, animando a la tropa, sin embargo de que no lo necesitaba por el ardor con que se arrojaban al fuego de los enemigos."

El liderazgo de nuevos jefes militares se fortalecía conforme declinaba el del propio Virrey. En realidad, Sobremonte había trasladado el ''tesoro'' del Virreinato a Córdoba. En las arcas virreinales había entonces $ 1.291.323, cuya búsqueda fue la prioridad de los británicos entre el 27 de junio y el 2 de julio de 1806. Cuando encontraron estos caudales -que no eran resultado de otra cosa sino del trabajo de la gente- los saquearon completamente, llevando una parte para Inglaterra y repartiendo la otra entre la soldadesca. Por entonces tomaba fuerza la primera fase de la Revolución industrial. Coincide este momento con una serie de saqueos millonarios que sufrieron las ciudades hispanoamericanas a manos de los ingleses. El 5 de octubre de 1804 habían sido atacadas cerca de Cádiz, cuatro fragatas de Montevideo. Una masacre que produjo 300 víctimas y el saqueo de 12 millones de pesos de plata. Este acontecimiento desencadenó la guerra entre España y Gran Bretaña, pero el 21 de octubre de 1805 se produjo la derrota de la escuadra franco-española en Trafalgar, lo que envalentonó a los ingleses para apoderarse de posiciones estratégicas en el Atlántico.


Las cuatro fragatas de Montevideo atacadas en 1804. Créditos: El Bibliomata


Buenos Aires fue reconquistada por Montevideo el 12 de agosto de 1806 con la colaboración de los propios vecinos porteños que venían llevando la resistencia contra el invasor. Esta determinación le valió a Montevideo el título de ''Muy Fiel y Reconquistadora''.

Pero en la mañana del 3 de febrero de 1807, era Montevideo la ciudad ocupada por los británicos y la que solicitaba apoyo a Buenos Aires. El 6 de febrero la población bonaerense se enteró de la noticia y se congregó en el Cabildo y en sus alrededores, ''clamando y diciendo a voces que todos querían ir a la Plaza de Montevideo, y que estaban prontos a derramar toda su sangre para conservar al Rey sus dominios, y que en parte alguna de ellos se extinga la Religión de Jesucristo que profesaron sus mayores''

Hay muchos indicios de que en 1806 se estaba formando un movimiento comparable al movimiento juntista de 1808. Y es que las condiciones de contexto histórico, con el Virrey en Córdoba, y las ciudades ocupadas por los británicos -luego serían los franceses- eran también muy parecidas. De a poco había empezado a formarse la opinión de la incapacidad del Virrey Sobremonte; y ante la evidencia de la incapacidad, la soberanía retrovertía al pueblo; en 1806, en el Río de la Plata, se recurrió a la misma tesis que solo dos años más tarde triunfaría en todos los dominios de la Monarquía Hispánica. En Buenos Aires, esta opinión fue defendida con argumentos muy sólidos por el Dr. Benito González de Rivadavia.

Existía un riesgo evidente de que el Río de la Plata pudiera caer de manera definitiva en poder de los británicos. Con Montevideo ocupada, los invasores avanzaron sobre la Banda Oriental, atacando Canelones, San José y Colonia, que sometieron a saqueo como ya habían hecho en Maldonado y San Carlos. En esas circunstancias, Buenos Aires envió al entonces Coronel Francisco Javier de Elío al frente de 600 hombres con la finalidad de reconquistar Colonia. Elío acampó frente a la ciudad, pero los británicos cayeron sobre él por la noche matando a la mitad de los hombres. En Buenos Aires, Santiago Liniers y Martín de Álzaga, Alcalde de Primer Voto, organizaban mientras tanto una formidable resistencia. Las primeras avanzadillas enviadas contra los británicos que ocupaban la Banda Oriental, fracasaron.

Sin embargo, la determinación popular hizo que los británicos se rindieran en Buenos Aires el 7 de julio de 1807; desalojaron la ciudad el día 13; y el 7 de septiembre se retiraron de Montevideo. En el transcurso de esta lucha, que fue larga, y cuyo éxito se debió exclusivamente a la firme voluntad popular, se produjeron varias transformaciones políticas. El desempeño del Virrey Rafael de Sobremonte, por ejemplo, fue juzgado de forma negativa. Se lo acusó de haber huído por cobardía. Una copla popular decía:

''¿Ves aquel bulto lejano 
que se pierde atrás del monte?
Es la carroza del miedo
con el Virrey Sobremonte''.

En 1806, esta desconfianza en Sobremonte convirtió en líder popular de Buenos Aires a Liniers. En esa oportunidad, el pueblo de Buenos Aires le quitó el mando militar al Virrey y se lo dio a Liniers; lo cual ocurrió en el Cabildo Abierto del 14 de agosto de 1806. Pero el 10 de febrero de 1807, bajo el liderazgo de Martín de Álzaga, y tras la caída de Montevideo, toda la ciudad de Buenos Aires, reunida en Junta de Guerra se puso de acuerdo para destituir a Sobremonte y transferir el Gobierno del Virreinato a la Real Audiencia; y más tarde, para elegir en su lugar, como Virrey, a Liniers. Este acto fue una clara anticipación de las juntas que se formarían en España y en América a partir de 1808. No era algo ajeno a las tradiciones hispánicas y no era algo ajeno a las tradiciones suramericanas; en los siglos XVI, XVII y XVIII, hechos muy similares habían ocurrido en Asunción bajo la Primera, Segunda y Tercera Revolución de los Comuneros.

Los autores de manuales suelen decir que durante las Invasiones inglesas el Río de la Plata conoció el comercio con Inglaterra -dicen incluso ''libre comercio''- y las ideas inglesas -''más avanzadas''-, lo cual luego influyó en la Revolución de Independencia. Las Invasiones inglesas influyeron, pero no como plantean los autores de manuales. El libre comercio y las ''ideas inglesas'' ya se conocían, y no fueron determinantes. En cambio, las Invasiones inglesas demostraron que los pueblos del Río de la Plata eran capaces de organizarse para luchar por ellos mismos y en contra de la dominación inglesa. Demostraron hasta qué punto las prácticas inglesas estaban reñidas con nuestra concepción de la justicia. Un solo episodio lo pone en evidencia. El 27 de abril de 1807 fueron fusilados dos paisanos, Pineda y Fernández, tras juicio sumarísimo, acusados de promover la deserción de soldados ingleses. Como escribió el erudito Pérez Castellano, testigo de la época:


''En esta ejecución no hubo otra cosa que la hiciese chocante y a nuestro parecer injusta, sino que a los reos no se les dio defensor, ni aun se les oyeron en juicio sus descargos. La sentencia fue pronunciada solo oyendo a los testigos que depusieron contra los reos. El Cabildo, que extrañó un proceder tan ajeno de nuestras leyes, y al parecer tan contrario al derecho natural de los hombres, reconvino al General inglés, haciéndole presente que entre nosotros no se condenaba a nadie sin oírle, y sin darle defensor cuando el reo se obstinase en no querer nombrar, si él por sí mismo no quería o no era capaz de defenderse''.

No podían venir los ingleses a enseñar ''libertades'' y ''derechos'' que ellos mismos desconocían en un país donde se los conocía perfectamente. Esta anécdota permite ver cuáles fueron las ideas con las cuales los pueblos de 1811 lucharon por la libertad, que no eran ideas inglesas precisamente.

En lo que sí influyeron las Invasiones inglesas fue en que trajeron al Río de la Plata el escenario de las guerras napoleónicas. Y demostraron cómo se comportaban en América los pueblos en un contexto de guerras napoleónicas: cuando juzgaban que las autoridades eran incompetentes o no eran suficientemente leales, la soberanía retrovertía al pueblo. Una doctrina sencilla, práctica, democrática, típicamente española, o mejor dicho, hispano-americana. No se puede entender quién es quién en 1811, sin haber entendido, previamente, qué significan 1806 y 1807.

Con este movimiento que podríamos llamar ''pre-juntista'' se inició la carrera política de futuros líderes militares y populares como José Artigas. Él mismo nos dejó este testimonio:

"Don José Artigas, Ayudante Mayor del Cuerpo Veterano de Blandengues de la Frontera de esta plaza, de la que es primer Comandante el Sargento Mayor don Cayetano Ramírez de Arellano. Certifico que hallándome enfermo en esta plaza, supe que se preparaba en ella, de sus tropas y vecindario, una expedición a las órdenes del Capitán de Navío don Santiago Liniers, actualmente virrey de estas provincias, para reconquistar del poder de los enemigos la capital de Buenos Aires, con cuyo motivo me presenté al señor gobernador don Pascual Ruiz Huidobro, a efecto de que me permitiese ser uno de los de dicha expedición, ya que no podía ir con el cuerpo de que dependo, por hallarse éste, en aquella época, cubriendo los varios puntos de la campaña, lo que se sirvió concederme dicho señor, ordenándome quedase yo en esta ciudad (como lo verifiqué), para conducir por tierra un pliego para el citado don Santiago Liniers, destinándome después este señor al Ejército nuestro, que se hallaba en los Corrales de Miserere, desde donde pasamos a atacar el Retiro, en donde advertimos que la tropa, milicias y demás gente de que se componía la citada expedición y a un número de aquel pueblo, que se juntó a ella en aquel paraje, se portaron con el mayor espíritu y valor."

"Rendidos los enemigos a discreción, regresé desde aquélla a esta plaza con la noticia, por ser la comisión a que me dirigía por el nombrado señor gobernador, que es cuanto puedo decir bajo mi palabra de honor, en obsequio de la verdad y de la justicia."


"Montevideo, 10 de junio de 1808.


José Artigas"

http://www.artigas.org.uy/fichas/artigas/artigas_juventud_17.html

http://www.artigas.org.uy/bibliotecas/ba/152.%20EL%20Jefe%20de%20Artigas.%20Fundador%20de%20los%20Blandengues/Pags.%20102%20al%20114.pdf

Otros líderes populares que surgieron de los acontecimientos, destacándose por su valor, lealtad, coraje, y patriotismo, fueron, como resulta evidente, Pascual Ruiz Huidobro, Martín de Álzaga, Santiago Liniers y Bremont. Pero más importante todavía fue el fortalecimiento de las instituciones populares como el Cabildo o las milicias.

Sobre la propaganda inglesa que tanto elogiaron los historiadores liberales y que en realidad tan poca influencia ejerció, es un punto que desarrollé con más profundidad en otras notas:

http://suite101.net/article/seudonacionalismos-hispanos-southerns-star-la-libertad-inglesa-a82184#.U4I73VV5PuQ

http://suite101.net/article/seudonacionalismos-hispanos-1806-ideas-inglesas-o-espanolas-a82210#.U4I8FVV5PuQ

Las jornadas patrióticas y populares en Montevideo y también en Buenos Aires prepararon el terreno al movimiento juntista en América, en el curso del cual, se destacó Montevideo como una de las ciudades en la cual se formó una de esas primeras juntas: la Junta de Gobierno del 21 de septiembre de 1808. Y con ese tema vuelvo en la próxima nota.

Continuará

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