domingo, 18 de mayo de 2014

Batalla de Las Piedras, el 18 de mayo de 1811 en la Banda Oriental. Un caso puntual que pone en evidencia toda la complejidad de nuestra historia hispano-americana durante los primeros años del siglo XIX. (Parte 2)

Batalla de Las Piedras, el 18 de mayo de 1811 en la Banda Oriental. Un caso puntual que pone en evidencia toda la complejidad de nuestra historia hispano-americana durante los primeros años del siglo XIX. (Parte 2).


Como vimos en la nota anterior, una serie de sucesos ocurridos entre los años 1807 y 1808 catalizaron la crisis de la Monarquía Hispánica. En principio, la existencia de una élite ''afrancesada'' dispuesta a pactar con Francia el reparto de Europa, lo que conduce a esa cosa tan extraña que es el Tratado de Fontainebleau, por el cual España y Francia, a través del ministro Godoy y el emperador Napoleón, acuerdan el reparto de Portugal y quizá también (por un acuerdo secreto) la ocupación de España. A medida que las ciudades empezaron a percibir la falta de militares españoles (destinados a Portugal) y en cambio, la presencia de tropas francesas, una sensación de malestar contra los franceses comenzó a extenderse, que terminó explotando durante los meses de marzo y mayo en Madrid.

El 2 de mayo de 1808, fue pregonado un Bando del Alcalde de Móstoles, pueblo próximo a Madrid: ''La Patria está en peligro [...] Españoles: acudid a salvarla'', fórmula utilizada luego en América. Extremadura fue la primera región en responder al llamado. Era algo característico de la época el temor a que, por medio de una intriga o invasión, y con el consentimiento de las clases altas, una potencia extranjera pudiera apoderarse de la patria. Esto quiere decir que el siglo XIX tenía su propia idea de lo que hoy llamamos ''imperialismo'', y que no es en absoluto una idea de origen marxista. El temor surgió durante la Reforma y la Contrarreforma religiosa. 

Cabía la posibilidad de que un monarca protestante le impusiera la fe protestante a un pueblo católico; o que un monarca católico le impusiera la fe católica a un pueblo protestante. Lo que se decía, un ''tirano''. Ante esta eventualidad, la Iglesia (católica o protestante) se defendería convocando a sus fieles (al pueblo cristiano que correspondiera) porque no había entonces sitio ni organización más concurrido que una iglesia, ni más capaz de movilización de ''masas''. Por eso, desde el siglo XVI, -y desde antes- no se conoció mejor defensa de la patria y de la fe que una insurrección popular. Por eso influyó tanto en las movilizaciones populares que a Napoleón se lo considerara un ''hereje''. Y por eso, el 9 de mayo de 1808, cuando los vecinos de Oviedo tomaron el edificio de la Real Audiencia, gritaron primero ''¡Viva la Religión!'' y luego ''¡Viva el Rey!''.

La doctrina de la retroversión de la soberanía ante un caso de tiranía, incapacidad o usurpación, se conoció tanto entre católicos como entre protestantes, y es la base del principio de autodeterminación de los pueblos. Ya vimos como este principio, muy antiguo, sistematizado por Francisco Suárez a principios del siglo XVII, derivó en la formación del movimiento juntista, ante la sospecha de que los franceses iban a secuestrar a la familia real y a trasladarla a Bayona, y en consecuencia, los franceses y sus aliados, como el ministro Godoy, se convirtieron en usurpadores a los ojos del pueblo. Así como la época tenía su propia idea de ''imperialismo'', también tenía su propia idea de ''legitimidad democrática'' basada en la ''soberanía popular''. En el marco de una Monarquía usufructuaria, y si se quiere, federal.

http://indoiberia.blogspot.com/2014/05/batalla-de-las-piedras-el-18-de-mayo-de.html

El 25 de mayo de 1810 se formó en Buenos Aires la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre de Fernando VII

Cuando Carlos IV se convirtió en Rey en 1788, su hijo Fernando de Borbón pasó a ser Príncipe de Asturias, lo cual quedó formalizado en 1789. Fernando era claramente un adversario del ministro Godoy, favorito de Carlos IV. Cuando, el 17 de marzo de 1808 se produjo el Motín de Aranjuez contra Godoy, Carlos IV fue obligado a abdicar en favor de Fernando, lo que ocurrió el 19 de marzo de 1808. Fernando fue aclamado por el pueblo de Madrid, pero al mismo tiempo, los franceses ocuparon la capital. En abril, los miembros de la familia real quedaron en la situación de prisioneros de Napoleón, y lentamente, fueron alejados de Madrid. A pesar de esto Fernando VII fue jurado como monarca legítimo en España y en América, pero Napoleón planteó que la abdicación de Carlos IV, realizada bajo presión, era ilegítima. Además, Napoleón obligó a Carlos IV y a Fernando VII a abdicar en su propio beneficio y en beneficio de su hermano José Bonaparte. De esta manera España pasó a formar parte del Imperio Francés, y como miembro del Imperio Francés, tuvo su propia Constitución liberal, en julio de 1808.

Las primeras juntas americanas se formaron en circunstancias en las que hubo que tomar posición frente a estos acontecimientos, y por eso hay juntas americanas que son tan antiguas como las peninsulares. En este caso está la Junta Gubernativa de Montevideo, que funcionó entre el 21 de septiembre de 1808 y el 30 de junio de 1809. Tenemos también una Junta en México en agosto-septiembre de 1808; en 1809, en Chuquisaca o Sucre, actual Bolivia (25 de mayo de 1809); La Paz (16 de julio); Quito (10 de agosto).

Los fundamentos jurídicos y políticos eran los mismos en todas partes. El 3 de agosto de 1808, la Junta de Sevilla lanzó un Manifiesto donde se explicaba: ''El Reino se halló repentinamente sin Rey y sin gobierno [legítimo] [...] el pueblo reasumió legalmente el Poder de crear un gobierno [...] el Poder Legislativo, pues, ha quedado en las Juntas Supremas y por este Poder han gobernado y gobiernan con verdadera autoridad''.

El 22 de enero de 1809, la Junta Central dio a conocer un decreto donde se hacía este razonamiento: ''Que los vastos y preciosos dominios que España posee en las Indias, no son propiamente colonias o factorías, como las de otras naciones, sino una parte esencial o integrante de la Monarquía Española; y deseando estrechar de un modo indisoluble los sagrados vínculos que unen a unos y otros dominios, como asimismo corresponder a la heroica lealtad de que acaban de dar decidida prueba a España [...] se ha servido S.M. declarar, que los Reinos, Provincias e Islas que forman los referidos dominios, deben tener representación nacional e inmediata a su Real Persona, y constituir parte de la Junta Central Gubernativa del Reino, por medio de sus correspondientes diputados''.

La evolución política de Montevideo es muy importante por su trascendencia regional. No se vaya a pensar que Montevideo era una ciudad hispanoamericana de segundo orden. Era una potencia marítima cuya autoridad llegaba hasta la Patagonia y las Islas Malvinas, San Pedro y San Pablo, abarcando todo el Atlántico Sur, es decir, incluyendo el Sur de Brasil; y proyectando una línea imaginaria a través del Atlántico, hasta Guinea Ecuatorial, que por cierto era entonces, una vasta extensión de África. Buenos Aires era la capital del Virreinato y Montevideo su Apostadero Naval; y no había contradicción entre una cosa y la otra. Oscuros intereses -sobre todo de origen británico y sus aliados portugueses- redujeron luego esta enorme zona de influencia a su mínima expresión.

A mediados de 1808, los agentes de Napoleón organizaron una serie de intrigas con el insólito objetivo de impedir que el 12 de agosto, aniversario de la Reconquista, Montevideo jurara fidelidad a Fernando VII. Para ello se envió a Charles Henri Etienne Bernard, marqués de Sassenay, quien se entrevistó con el entonces Gobernador Elío, describiéndole toda una serie de hechos confusos, de difícil interpretación, pero que a su juicio merecían la postergación de la ceremonia. Lo que buscaba Sassenay era que Montevideo, fiel a Fernando VII, apareciera por lo menos como indiferente. Luego Sassenay se dirigió a Buenos Aires con la misma intención. Y como el entonces Virrey Liniers dudara, llegó a provocar un verdadero enfrentamiento entre las autoridades de Montevideo y Buenos Aires. Con mucha seguridad, Montevideo juró fidelidad a Fernando VII el 12 de agosto de 1808, mucho antes que otras ciudades. Esto debieran tenerlo en cuenta quienes defienden la idea de ''la máscara de Fernando VII'', es decir, de que las juntas americanas le juraban fidelidad a Fernando y actuaban en su nombre de puro hipócritas. La fidelidad a Fernando VII -muy popular entre la gente- era un sentimiento auténtico.

Y así es como llegamos al tema de quién era el Capitán de Fragata José Posadas, el marino español que el 18 de mayo de 1811, es decir, hace 203 años y a media tarde, -más o menos a esta hora-, defendió a la entonces capital del Virreinato del Río de la Plata, pues Montevideo llegó a serlo cuando Francisco Javier de Elío, su caudillo popular -el mismo que derrotó a los ingleses en 1807- fue nombrado Virrey por la Junta de Cádiz y el Consejo de Regencia, en 1810.

Lo cual también nos lleva al tema de quién era el Coronel José Artigas, que el mismo 18 de mayo de 1811 luchó a las órdenes de la Junta de Buenos Aires. ¿A las órdenes de la Junta de Buenos Aires? Sí, y esto por dos motivos. Primero, no había una ''Junta del Uruguay'', aunque sí hubo una Junta del Paraguay. Y segundo, que los pueblos, ciudades y villas que en febrero de 1811 tomaron la determinación de sumarse al movimiento general, como fue el caso de Mercedes y Soriano, pertenecían a la jurisdicción de Buenos Aires, y en todo caso a la jurisdicción de Yapeyú, donde en 1778 nació San Martín. (Es decir, en la Reducción de Yapeyú, como tantos guaraníes y personas de origen guaraní; y a San Martín le debe España -en parte- la primera victoria importante contra los franceses, la de Bailén). 

Buenos Aires era una potencia continental tanto como Montevideo era una potencia marítima. La capital del Virreinato juró fidelidad a Fernando VII el 21 de agosto de 1808, a pesar de todas las intrigas de los agentes de Napoleón. De la fidelidad a veces cuestionada de La Muy Noble y Muy Leal, da cuenta el hecho de que, el 13 de agosto, cuando el marqués de Sassenay se presentó ante los funcionarios del Gobierno con unos pliegos como evidencia de que ya ni Carlos IV ni Fernando VII eran soberanos de España, fue tal la indignación de los porteños, que se los quitaron y los quemaron, además de enviarlo preso a Montevideo, donde permaneció encerrado hasta 1809, para luego ser enviado preso a Cádiz.

El 18 de diciembre de 1810la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre de Fernando VII, se constituyó como Junta Grande. Para entender lo que significa esto, tenemos que recordar, según vimos en la nota anterior, qué se estaba discutiendo por esas fechas. Vimos un comentario del Secretario de la Junta de Mayo, Mariano Moreno, publicado en la Gaceta de Buenos Aires el 8 de noviembre de 1810, donde dice lo siguiente: 

''Oigo hablar generalmente de un gobierno federaticio, como el más conveniente a las circunstancias y estado de nuestras provincias; pero temo que se ignore el verdadero carácter de ese gobierno y que se pida sin discernimiento una cosa que se reputaría inverificable después de conocida''.

Lo que se estaba discutiendo eran cuestiones de representación, vinculadas, a su vez, con el debate acerca de si las ciudades capitales debían actuar en nombre de los pueblos de todo un Virreinato o Gobernación, o si estos retenían su soberanía, ''la soberanía particular de los pueblos'', no siendo legítimo que Buenos Aires o Montevideo actuaran por ellos. A principios del siglo XVIII, Asunción, en plena tercera ''Revolución de los Comuneros'' había resuelto esta cuestión de forma negativa: Asunción había asumido la representación de todos los pueblos del Paraguay, que en aquel entonces era decir, de todo el Río de la Plata.

Pero el 18 de diciembre de 1810, Buenos Aires, con espíritu de amplitud, convocó a participar en la Junta a los diputados de todas las provincias del Virreinato del Río de la Plata, de ahí su nombre de Junta Grande, que funcionó hasta que, el 22 de septiembre de 1811, un Golpe institucional dio paso al Primer Triunvirato porteño. Queda claro que la trayectoria política del caudillo oriental-rioplatense José Artigas comenzó durante este periodo. Artigas fue un hombre de la Junta Grande. De todas maneras, no fue fácil que Buenos Aires aceptara la representación de las provincias. Los diputados de las provincias fueron rechazados, o bien se demoró su incorporación. Esto afectó la credibilidad del Gobierno de Buenos Aires, que a partir de entonces empezó a sufrir una serie de derrotas militares. Fue justo en ese momento, el 18 de mayo de 1811, cuando Artigas ganó la batalla de Las Piedras.

Notemos que Artigas y Posadas eran adversarios, pero no auténticos enemigos. Los dos estaban al servicio de gobiernos de tipo ''juntista'', y esos gobiernos habían jurado fidelidad a Fernando VII, tomando partido por el bando ''fernandino'', muy popular desde el Motín de Aranjuez, donde el pueblo español desconoció a Godoy, a Carlos IV, y a Napoleón. En la batalla de Las Piedras no combatieron uruguayos contra españoles, ni siquiera argentinos o americanos contra españoles por la Independencia de América. En mayo de 1811, la Guerra de la Independencia, lo que se dice Guerra de la Independencia, seguía siendo... contra Francia: contra Napoleón y su Imperio.

Continuará




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