sábado, 12 de abril de 2014

Quina: Un hallazgo de la farmacología hispano-americana que revolucionó la medicina internacional durante 300 años. Las fiebres tropicales en América, desde hace 500 años (Parte 5).

''Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires''.
Obra del pintor uruguayo Juan M. Blanes. 1871. 

QuinaUn hallazgo de la farmacología hispano-americana que revolucionó la medicina internacional durante 300 años. La quina y las fiebres tropicales en América, desde hace 500 años (Parte 5).

Aunque se atribuye a los españoles la introducción de enfermedades contagiosas, capaces de diezmar poblaciones enteras, como la viruela, hay una extensa lista de enfermedades trasmitidas por vectores como insectos, parásitos, y microorganismos, que son endémicos del trópico desde hace más de 500 años, y que acabaron con un tercio de todos los colonos españoles durante el siglo XVI.

La dificultad más grande con la que tropezaban los médicos antiguos para combatirlas, era -aunque parezca extraño- que no se relacionaba la enfermedad con el vector que la trasmitía. En cambio, se atribuían las fiebres a ''miasmas'' o gases producidos por la descomposición de sustancias orgánicas bajo la influencia de la humedad y del calor; de ahí el nombre de la ''malaria'' (''aire malo'') y la creencia de que, por esta razón, era más fácil contraerlas en el trópico. 

Se las observaba en las regiones lluviosas y pantanosas; de ahí que se planteara su trasmisión por un ''agente morboso'' o ''veneno morboso'' que infectaba el cuerpo a través de las vías respiratorias, provocando la ''intoxicación palúdica'' que producía la ''enfermedad miasmática''. El término ''palúdico'', del cual deriva ''paludismo'' significa ''de los pantanos''.

En América se llamaban ''tercianas'' a las fiebres de la malaria, porque se manifestaban cada dos días, y se las clasificaba dentro de las ''fiebres intermitentes''. Los síntomas son muy variados, pudiendo manifestarse fiebre, escalofríos, sudoración, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, dolores, ictericia, trastornos sanguíneos y del sistema nervioso, y coma.

Recién en 1879, Klebs, por un lado, y Tommassi-Crudelli por otro, desarrollando la hipótesis del ''miasma vivo'', plantearon la existencia de enfermedades contagiosas, trasmitidas por un agente biológico que llamaron bacillus mallariae, estableciendo que el germen de la malaria se difundía en la cuerpo a través de la sangre, afectando el bazo.

Hoy sabemos que la enfermedad conocida como malaria o paludismo es trasmitida por el mosquito Anopheles, que habita tanto en las zonas tropicales y subtropicales como en las zonas templadas. De ahí que entre los años 1914 y 1926, coincidiendo, por su lado, con una fase de expansión del comercio internacional y con la mundialización de la economía bajo la hegemonía británica, y por otro, con la Primera Guerra Mundial, se desató una epidemia mundial de paludismo que se extendió también por Europa, afectando incluso a Francia y Gran Bretaña. En España, la erradicación de la malaria no fue certificada hasta 1964.

Mosquito Anopheles gambiae. Wikimedia.












El mosquito Anopheles es huésped de los plasmodios que trasmiten la enfermedad multiplicándose dentro de los organismos, formando esporozoitos. En el caso de la malaria o paludismo, los esporozoitos se desarrollan en las glándulas salivales del mosquito y, mediante la picadura, pasan al hombre, parasitando a las células del hígado y destruyendo los glóbulos rojos, lo que provoca escalofríos y fiebre en el paciente.

Las hembras de Anopheles depositan entre 50 y 200 huevos. La cabeza desarrollada del mosquito adulto se destaca por las antenas, los ojos, y la trompa o probóscide. Detectan a las víctimas por el calor más que por la vista. Además tienen dos palpos sensoriales y pueden ver en la región del infrarrojo. El tórax está especializado en moverse, y consta de tres pares de patas y un par de alas. El abdomen contiene los órganos de la digestión y para el desarrollo de los huevos. Luego de alimentarse, aumenta de tamaño. La mayoría de los Anopheles son crepusculares o nocturnos. Se distinguen de otros mosquitos por la presencia de escamas sobre las alas y porque disponen el abdomen de forma empinada.

Existen diferentes especies de mosquitos Anopheles; algunas son características de América, y otras de Europa, Asia y África:


Distribución mundial del mosquito Anopheles. Wikimedia.

















La malaria es endémica en 21 países de América Latina, con 489.610 casos en 2011. Entre ellos Haití, Brasil, Colombia, Guiana, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. Desde el año 2000, se ha logrado reducir un 59% de los casos.

La realidad es que hasta fines del siglo XX se estuvo discutiendo una vacuna contra el paludismo, y actualmente se trata con artemisinina; sin embargo, en la actualidad no hay ninguna vacuna autorizada contra el paludismo o parásito humano alguno. La única medida efectiva conocida es la profilaxis, que se hace mediante el saneamiento de la zona, la lucha contra el mosquito y el tratamiento con quinina. Según datos de la OMS, en 2012 hubo 207 millones de casos de paludismo, sobre todo en África, pero la mitad de la población mundial corre riesgo de contraer paludismo. Se ha detectado una progresiva resistencia del plasmodio a la artemisinina y otros medicamentos.

En cambio, los alcaloides de la quina, especialmente la quinina, tienen efecto plasmodicida. La acción antipalúdica de la quinina se debe a la estructura quinolina-alcohol secundario-quinuclidina. Cuando la quinina se administra por vía bucal se absorbe rápida y completamente por el intestino delgado, y de allí pasa al hígado, al pulmón, al riñón, e incluso al líquido cefalorraquídeo. Al actuar sobre el sistema nervioso central provoca descenso de la fiebre y calma los dolores. Además actúa sobre el corazón y la sangre, destruyendo, en todos los casos el plasmodio y revirtiendo sus efectos negativos.

El primero en observar estos efectos fue el médico español Vicente Peset Cervera (1855-1945), catedrático de Valencia. Él observó que las sales de la quina, sobre todo bajo la forma de sulfato y clorohidrato, destruían las bacterias y otros microorganismos, según publicó en su Curso elemental de Terapéutica y Materia Médica.

En 1916, luego de haberse declarado la epidemia en Nicaragua y Panamá, se organizó la primera campaña internacional contra el paludismo. En 1917, esta campaña se trasladó al sur de los EEUU. Durante los tratamientos masivos, se observó que había un 20% de los pacientes que no respondían a la quinina, pero que si se les administraba durante años, el fármaco podía provocar la destrucción del plasmodio.

Durante 300 años, es decir, hasta que la ocupación japonesa de Java, al principio de la Segunda Guerra Mundial obligó a buscar medicamentos sintéticos, la corteza pulverizada fue el único fármaco que podía suprimir de manera efectiva los síntomas de la malaria.

Fuente: Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias, Artes, Etc. Edición profusamente ilustrada. Tomo XVII. Editores Montaner y Simón, Barcelona/ W. M. Jackson, Inc., Nueva York, pp. 811 y ss. S/d, circa 1900.

Anales Medicina y Cirugía (España), Vol. LVII, N° 249: ''La quinina es un viejo fármaco que no cabe relegar al olvido'', por B. Rodríguez Arias y Ma Cristina Armenter Ferrando, Licenciado en Farmacia, 1977.

http://www.raco.cat/index.php/AnalesMedicina/article/viewFile/97914/152784


Organización Mundial de la Salud. Artículo sobre paludismo.

http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs094/es/

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