Los guna de Panamá son una etnia de la familia lingüística chibcha, presente en la zona por lo menos desde 1492. Se llaman así mismos dule, que quiere decir ''personas'', de ahí el nombre Tule. Cristóbal Colón los conoció entre 1502 y 1504, durante su último viaje, cuando estaba seguro de que encontraría la ruta directa a las Indias (India-Indochina-Malasia), que confundía con la ruta del oro de los chibchas. Fueron ellos quienes le indicaron que había una ruta que iba del Mar Caribe al Océano Pacífico, y Colón murió como resultado del esfuerzo que hizo para encontrar esa ruta, del cual enfermó.
Cristóbal Colón llega a la zona del canal de Panamá en 1502
El Lago Nicaragua comunica con el Managua; ambos están situados muy cerca del Océano Pacífico y conectan con otros ríos además del San Juan. Colón observó que por la desembocadura del río circulaba mucha gente en canoas, y que llevaban consigo objetos de oro. Al sur de Nicaragua había más indios canoeros con más objetos de oro, quienes le confirmaron que del otro lado del mar, se hallaba el pueblo de Ciguare, rico en oro. De allí que se llamara a esta tierra ''Costa Rica''.
Todavía más al sur, a la altura de Panamá, Centroamérica se adelgaza hasta los 60 km de ancho. El 2 de noviembre de 1502, Colón fondeó en la hermosa bahía de Portobelo. Los indígenas le aconsejaron que cruzara las montañas en dirección al sur, por una ruta que coincide con el actual canal de Panamá: encontraría oro y caballos. Puede que le hablaran de Perú, donde hay camélidos. Pero entonces no existía el canal, y Colón siguió navegando hasta encontrar la desembocadura del río Quiebra, que llamó Belén. Era el 6 de enero de 1503. Había llegado a Veragua, el Reino del Quibian.
El problema de la inexistencia de un canal natural en Centroamérica
Después de Colón, también buscaron un canal natural interoceánico Rodrigo de Bastidas, Martín Fernández de Enciso, Alonso de Ojeda, y Vasco Núñez de Balboa, porque de los relatos indígenas surgía que existía una vía hacia otro océano. Esa vía es la red hidrográfica de Centroamérica que puede ser recorrida en canoas, pero no en embarcaciones como carabelas y galeras, además de que una parte del trayecto se realizaba a pie.
Núñez de Balboa escuchó hablar por primera vez de la existencia de un océano al otro lado de Panamá en la comarca de su aliado el Cacique Comagre. En ocasión de una disputa entre españoles, su hijo mayor, Panquiaco, tras censurarlos, narró que del otro lado del mar había un Reino muy poderoso y rico en oro.
Después de un último intento realizado por los vecinos de Santa María por encontrar un canal natural navegando el río Atrato, Núñez de Balboa concibió el proyecto de atravesar la selva del Darién, dada su poca anchura. Con esta finalidad, reunió una expedición formada por un bergantín de españoles y diez canoas de guías indígenas que recorrieron el mar, cruzaron la selva y la cordillera y finalmente salieron a las nacientes del río Chucunaque. Desde la cima de la cordillera se podía ver un mar, que Balboa llamó Mar del Sur. Era el 25 de septiembre de 1513. La ruta seguida por la expedición resultó ser la más directa hacia el Océano Pacífico.
El primer proyecto de canal de Panamá
Para 1520 ya existía el convencimiento absoluto de la inexistencia de un canal natural que comunicara el Mar Caribe con el Mar del Sur. En ese año, se presentaron los primeros proyectos para la construcción de un canal artificial en Centroamérica: el que Ángel Saavedra gestionó ante Carlos V para la apertura de un canal entre los dos mares en Panamá, y el que Sandoval diseñó a través del istmo de Tehuantepec.
En 1524, Gil González Dávila y su socio Cernuda, descubrieron y exploraron el lago Nicaragua, el cual se pensaba que estaba en comunicación con el río Partido, que desemboca en el Océano Pacífico, pero no lo pudieron demostrar.
Por su parte, Carlos V pidió al Gobernador de Tierra Firme un estudio para determinar un medio de poner en comunicación el Mar del Sur con el río Chagres, que desemboca en el Atlántico. El estudio reveló que la construcción de un canal de este tipo requería técnicas que todavía no estaban disponibles, además de la necesidad de sortear obstáculos climáticos y geográficos muy complejos.
Este criterio fue el que dominó en los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, en 1780, Carlos III solicitó un nuevo estudio, para lo cual reunió una Comisión presidida por los Ingenieros Manuel Galistro y Martín de la Bastida, que era de origen francés. Los acontecimientos históricos posteriores impidieron que tanto el Rey como la Comisión pudieran dedicarse al proyecto. De todas formas fue retomado más tarde por Corral y Humboldt.
Uno de sus más notables partidarios resultó ser, a principios del siglo XIX, Simón Bolívar, quien ordenó hacer más estudios, en los que participaron el General Obregón y Don José de Garay. Estos nuevos estudios demostraron que las mejores posibilidades eran las que ofrecía parte del río Chagres y la divisoria María-Henrique a 196,30 metros sobre el nivel del Pacífico.
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