sábado, 5 de octubre de 2013

¿Por qué nunca se destacan en su justa medida los valores de las culturas de América Latina y en cambio se trasmite un concepto devaluado de nuestra historia y desarrollo? Las Leyendas Negras.

La Leyenda Negra contra España fue obra de la propaganda ideológica y de la propaganda de guerra de las potencias del norte de Europa. En el transcurso de siglos ha creado prejuicios contra los ibéricos y sus descendientes.

A la propaganda de guerra se le añadieron luego categorías históricas, como las de régimen colonial o monopólico, o las de un genocidio planificado con la finalidad de imponer un orden capitalista, ''intervención humanitaria'', ''invasión occidental'', ''intervención en defensa de la civilización'' que no son aplicables a la España de los años 1500 a 1800, pero sí resultan características de otras potencias europeas o de los mismos países americanos desde mediados del siglo XIX.

Más tarde, hacia 1900, se elaboraron teorías seudocientíficas acerca de la inferioridad de las culturas y pueblos ibéricos.

La Leyenda Negra contra España hace responsable de todos los vicios de un sistema a una cultura (la española) y a una población (los españoles) que nunca sumaron más de 300.000 antes del año 1810, en más de 16 millones de habitantes (indios, criollos, negros, mestizos) que tenía Hispanoamérica a fines del siglo XVIII; y en cambio, libera de responsabilidad a la élite de origen indígena, criollo o europeo no español, que en total sumaba más de 3.000.000 de personas por las mismas fechas. Por esta razón, es una interpretación racista de la historia.

Como contrapartida, la Leyenda Negra idealiza a las élites de anglosajones y especula cuán ''desarrollada'' podría estar América Latina si hubiera sido colonizada por anglosajones, desvalorizando todo el proceso histórico latinoamericano desde el año 1492. Este argumento es funcional al colonialismo inglés y norteamericano, u otros tipos de colonialismo.

Por tanto, la Leyenda Negra contra España es un típico discurso de Guerra Fría de una potencia imperial propiamente dicha, que se propuso crear un sistema colonial y lo logró (el Reino Unido), contra un país que intentó formar un sistema basado en el Derecho internacional racional, justo, equilibrado y legítimo, cosa que la humanidad todavía no ha podido concretar (España); hubo y hay poderes llamados ''fácticos'' internos y externos que lo impiden.




La Leyenda Negra del africano. Prejuicios inconscientes contra las personas que no son ''blancas'' y contra nosotros mismos en definitiva, se forman desde la infancia. Una Leyenda Negra que se viene elaborando desde la Edad Media, como propaganda de guerra contra los moros, la gente del Norte de África.









Como ejemplifica el siguiente video, se suele desmerecer lo ibérico para destacar lo indígena y desmerecer lo indígena para destacar lo ibérico cuando en América Latina la civilización no es producto exclusivo de ninguna etnia. La Leyenda Negra del indio también tuvo un sentido político y también es resultado de la exageración y de la propaganda de guerra, basada en descripciones de canibalismo. Sin embargo, hay muchos pueblos recién contactados que permanecieron siglos aislados, y se ha observado que no son caníbales.

 

El resultado de la suma de las Leyendas Negras es la creencia subconsciente de que si por un lado los latinoamericanos somos descendientes de genocidas (los españoles) y  de caníbales (los indios) no somos un pueblo viable ni valioso. Agreguemos a esto que también somos descendientes de negros, con todas las connotaciones negativas que se aplican al africano: ''feo'', ''malo'', ''tramposo''.

Es verdad que hubo auténticos genocidios pero no los ejecutaron los españoles, sino que tuvieron lugar después de la Independencia, durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Hasta el siglo XIX, los pampas, tehuelches, charrúas y mapuches del cono sur; los yaquis del norte de México; la totalidad de los pueblos de la Amazonia, etc., eran políticamente independientes y podían prosperar.

Por otro lado, la mayoría de la población latinoamericana se visualiza como ''blanca'', ''descendiente de europeos'', y no como ''india'', ''originaria'', ''descendiente de indígenas'', lo que estaría más cerca de la realidad. Esto en parte se debe a que hay una visión estereotipada acerca de quién es un indio: ''persona de cabeza redonda, pómulos salientes, ojos pequeños, cabello negro y lacio, piel achocolatada o cobriza'', ''cazadores y recolectores'', lo que está lejos de describir la variedad de tipos humanos indígenas que han existido y existen en América.

Sin embargo, los estudios antropológicos indican, que en un país como Argentina, por ejemplo, más del 63% de la población es de origen indígena. Pero cuando los argentinos se miran en el espejo, se ven como ''blancos'' y no como ''indígenas''. En realidad, la apariencia física no tiene nada que ver. Las figuritas y retratos prehispánicos realizados en cerámica muestran tipos humanos de rasgos claramente europeos -o también llamados ''rasgos európidos'' que no son exclusivos de Europa, sino que se encuentran en todas partes del mundo- siglos antes de Cristóbal Colón. Y en este grupo se halla gente rubia y de ojos claros, como los bereberes del norte de África, que son rubios, de ojos azules y con pecas; los árabes, los siberianos, y algunos polinesios y melanesios de cabello rubio platinado.

Los nombres y apellidos tampoco son una prueba definitiva del origen europeo. Algunos afrodescendientes e indodescendientes llevan el apellido de sus antiguos amos; en otros casos, de sus aliados, con los cuales no necesariamente contraían matrimonio o algún otro tipo de vínculo sexual. Algunos apellidos de apariencia europea, como Gisbert, son resultado de la evolución de un apellido indígena, en este caso, Quispe. En lo que se refiere a los nombres ''de pila'' europeos, eran adoptados por personas, familias y tribus enteras, cuando se convertían al cristianismo. 

En América pasa lo mismo que en Filipinas con las personas que tienen nombre y apellido español, o que en Malasia e Indonesia con las personas de nombre y apellido árabe; no indica forzosamente que sean descendientes de españoles ni de árabes, sino que se convirtieron al catolicismo o al Islam.

A partir de la Independencia, existió una política de suplantación de la población india y mestiza por población ''blanca'' que en realidad no tuvo éxito. La creencia popular, sin embargo, trasmitida a través de la educación y la propaganda es de que sí tuvo éxito y de que ''todos somos descendientes de europeos, de italianos y españoles''.

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