El Río de la Plata venía experimentando un importante desarrollo, hasta que en 1617, Buenos Aires alcanzó el estatus de Provincia dentro de la Gobernación cuya capital era Asunción. Dicha Provincia comprendía los territorios de Buenos Aires, Banda Oriental, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Patagonia e Islas Malvinas y Gran Chaco. En la misma fecha se creó la Provincia del Guairá que comprendía Paraguay. En 1618, Buenos Aires se convirtió en Gobernación e incorporó también las Misiones jesuíticas del Paraná y el Uruguay, además del Guairá. Su primer Gobernador fue Don Diego de Góngora, que recibió el mando en noviembre de ese año.
Ingleses y holandeses trataron de introducirse tempranamente en la región. En 1587, barcos españoles que navegaban el Río de la Plata fueron saqueados por George Clifford, conde de Cumberland, cuyo propósito era llegar a China a través del Estrecho de Magallanes, el mismo que en 1596 atacaría Puerto Rico. En 1600, holandeses al mando de Henry Ottsen, intentaron establecerse en Castillos, Uruguay, para comerciar con Buenos Aires, y luego en la isla de Maldonado, donde habían acordado encontrarse con Laurence Bicker, que regresó al puerto de Amsterdam ’’cargado de oro, marfil y malagueta de Guinea’’. En 1627 y 1642, los holandeses volvieron a entrar en el Río de la Plata. Y en 1676, trataron de establecerse en la Isla de San Gabriel.
En 1679, los portugueses, conscientes del valor geopolítico de la Banda Oriental (Mapa I), trataron de introducirse en el Río de la Plata. Alentados por los mamelucos o mestizos de San Pablo, que venían realizando incursiones en la Provincia del Guairá y alto Uruguay, los portugueses concibieron la idea de extender sus dominios hasta la desembocadura del río Uruguay. Con ese propósito, Manuel Lobo, Gobernador de Río de Janeiro ocupó, el 1º de enero de 1680 la costa oriental frente a la Isla de San Gabriel, levantando allí una fortificación a la que denominó Colonia del Sacramento, actual ciudad de Colonia en Uruguay (Mapa V).
Don José de Garro, entonces Gobernador de la Provincia del Río de la Plata, mandó reconvenir a Lobo, quien contestó:
''Que los portugueses moradores del Brasil tenían permiso de su Soberano para formar nuevas poblaciones en las tierras vacías, y que habiendo salido con acuerdo del Ayuntamiento de Río de Janeiro a buscar puerto donde establecerse, ninguno les había parecido más apropiado que aquel''.
Por no haberse podido llegar a un acuerdo, envió Garro una fuerza militar formada por 300 españoles y 3.000 guaraníes a las órdenes del Maestre de Campo Vera Mujica para desalojar a los portugueses. El ataque se produjo el 7 de agosto, y luego de ser rechazados tres veces los tercios guaraníes, el cacique Amandaú tomó la ciudad por asalto capturando a la guarnición portuguesa (7/08/1680).
Esta acción tuvo como consecuencia una serie de disputas diplomáticas en Europa. En 1683, España accedió a dejar a Portugal, por mediación del Gobernador de Buenos Aires, la Colonia ’’en depósito’’, mientras tenían lugar las negociaciones que pusieran fin a la cuestión. Los Comisionados se reunieron en Badajoz, pero sus actividades se dilataron en el tiempo. Mientras tanto, los ocupantes iban adelantando las fortificaciones y haciendo de Colonia un foco de contrabando de la plata de Potosí, que legalmente debía salir por el puerto de Buenos Aires.
Debido a que Portugal tomó partido por el candidato austríaco durante la Guerra de Sucesión, y que los portugueses se negaban a entregar Colonia del Sacramento alegando derechos de ocupación, el Virrey del Perú ordenó a Don Alfonso Valdez Inclán, Gobernador del Río de la Plata, que procediese a desalojar a los portugueses. Con esta finalidad salieron, en octubre de 1704, de la ciudad de Buenos Aires, trece compañías de españoles y 4.000 guaraníes, al mando de Baltasar García Ros. Durante el asedio, los portugueses hicieron llegar una escuadra desde Brasil. Los hispano-guaraníes resistieron heroicamente el doble ataque, y finalmente los portugueses, resistiendo también denodadamente, prefirieron incendiar la ciudad antes que entregarla, y huir en una escuadrilla a principios de 1705.
España, sin embargo, salió muy debilitada de la Guerra de Sucesión, y en 1715 debió firmar el Tratado de Utrecht por el cual hizo importantes concesiones a sus adversarios. Entre esas concesiones, se encuentra la entrega de Colonia en 1716, que el Gobernador García Ros debió hacer al jefe portugués Manuel Gómez Barboza, quien vino acompañado de familias pobladoras y con instrucciones de que el término de la jurisdicción que se le entregase se dilatara hasta la embocadura del Océano, lo cual hubiera implicado el retiro de las guarniciones españolas de la Horqueta y Río de San Juan, actualmente en la jurisdicción del Departamento de Colonia, Uruguay. García Ros, por orden del Rey de España no les dio más jurisdicción que la de un tiro de cañón.
En 1717 apareció en las costas de Maldonado el corsario francés Étienne Moreau con cuatro buques para transportar faenas de cueros, pero el 11 de julio, el Gobernador del Río de la Plata Don Bruno Mauricio de Zabala, ordenó a Blas de Leso que fuera a desalojarlo, lo cual consiguió con la captura de dos de los buques de Moreau, lo que produjo la huída de los demás. En 1720, reapareció Moreau en Castillos y comenzó a fortificar Maldonado. Informado Zabala envió a desalojarlo al Capitán Martín José Echauri, lo que también consiguió con éxito. Un tercer intento de Moreau se produjo meses más tarde, siendo desalojado también en esta oportunidad por orden del Gobernador de Buenos Aires y por el Capitán Antonio Pando y Patiño con 50 veteranos, algunos milicianos y chanás de las reducciones de Soriano, quienes dieron muerte a Moreau y capturaron al resto.
Por Real Cédula de 29 de enero de 1720, la Corte de Madrid autorizó al Gobernador de Buenos Aires para que tomase las providencias necesarias para asegurar la soberanía española en la fachada atlántica de América del Sur. En 1723, los portugueses, interesados nuevamente en la embocadura del Océano Atlántico, ocuparon la Bahía de Montevideo con un navío de 50 cañones acompañado de tres buques menores al mando de Manuel de Noroña, con el Maestre de Campo Manuel de Freitas Fonseca. Desembarcaron 300 hombres, armaron 18 tiendas y comenzaron a levantar una fortificación. Informado Zabala, y notificado el jefe portugués, se armaron en 34 días 3 navíos de registro, que zarparon de Buenos Aires el 20 de enero de 1724. Ante la reacción del Gobernador, los portugueses se retiraron.
Zabala decidió de todas formas continuar su ruta hacia la Bahía de Montevideo, desembarcando allí la artillería, 50 caballos, 50 infantes y una compañía de voluntarios, además de 30 guaraníes. Bajo la conducción del Ingeniero Domingo Petrarca se empezó a construir en febrero de 1724 una batería al oeste de la Bahía que luego se convirtió en el Fuerte San José. El día 23, mientras estaban ocupados en estos trabajos se divisó un nuevo buque de guerra portugués, que poco después fondeó debajo de la batería. Era el navío Santa Catalina, de 32 cañones, que ignorando lo sucedido, venía con 130 hombres de refuerzos para asegurar la ocupación portuguesa. Zabala logró capturarlo e hizo que se retirase. El mismo día 26 se avistaron tres buques más, procedentes de Colonia.
Los procedimientos de Zabala fueron plenamente aprobados por Real Cédula de abril de 1725, por la que se dispuso el poblamiento de la Bahía. La ciudad de Buenos Aires recibió además, como reconocimiento de aquellas labores el título de ’’Muy Noble y Muy Leal’’. El 20 de enero de 1726, bajo la advocación de San Felipe y Santiago, y siendo soberano Felipe V, se establecieron en Montevideo las primeras siete familias pobladoras, procedentes de Buenos Aires. Por Real Cédula del 15 de abril de 1728 fue aprobada la jurisdicción de Montevideo, y el 29 de diciembre de 1729, dispuso Zabala que se procediese a la elección del Cabildo, Justicia, y Regimiento, para el gobierno político y económico de la ciudad, el cual se instaló el 1º de enero de 1730.
En las décadas siguientes continuaron los trabajos de fortificación, así como los continuos enfrentamientos entre los españoles de Montevideo y los portugueses de Colonia. Montevideo fue una plaza militar regida por Comandantes militares designados en Buenos Aires hasta 1749. En 1750, el Gobernador del Río de la Plata, José de Andonaegui, comunicó a Madrid la necesidad de que hubiese un Gobernador en Montevideo. La idea fue bien acogida, declarándose a la ciudad Plaza de Armas y Gobierno Político y Militar, confiriéndose el cargo de Gobernador al Coronel Don Joaquín de Viana el 14 de septiembre de 1751.
El 15 de agosto de 1761 se celebró el Pacto de Familia con Francia, que convirtió a España en una aliada de esta nación, quedando Gran Bretaña y Portugal como reinos enemigos. La guerra se declaró en enero de 1762, siendo Gobernador de Buenos Aires, Don Pedro de Cevallos, quien mandó fortificar Maldonado, formó un cuerpo de milicias e hizo venir 1.000 indios tapes como auxiliares. En mayo se iniciaron en Europa las hostilidades con Portugal, que culminaron con la toma de Braganza y Almeida, el 25 de agosto, en las que participó el Conde de Argelejo, a cuyas órdenes estaría luego la expedición Montevideo-Bioko. La guerra con Portugal llegó al Río de la Plata el 2 de octubre, decidiéndose el bloqueo de Colonia, cuyo Gobernador era Vicente da Silva Fonseca.
Cevallos partió con 2.000 hombres de Buenos Aires y el 5 de octubre se estableció en el Real de San Carlos con la finalidad de asediar desde allí a Colonia, contra la cual se dispararon 20.000 balas. El 29 de octubre, después de una tenaz resistencia, sus habitantes se rindieron. El 2 de noviembre, Cevallos entraba triunfalmente en Colonia.
Todavía el 6 de enero de 1763, una escuadra anglo-lusitana se hizo presente en el lugar. La componían 8 barcos y 1.000 hombres de desembarco a las órdenes de MacNamara. A su vanguardia venía el navío inglés Lord Elive, de 60 cañones, una fragata de 30 y un navío portugués de 60. El 9 de enero a mediodía se produjo el desembarco y se inició el combate por la plaza de Colonia. El resultado permaneció indeciso hasta que a las 4 de la tarde fue incendiado el Lord Elive, pereciendo 400 hombres, lo que produjo la retirada de la escuadra anglo-lusitana.
De lo expuesto surge que no existía un ejército español de ocupación en América, y que ante la eventualidad de un ataque inglés, francés u holandés eran las propias autoridades locales las que organizaban la defensa con las milicias populares formadas por gente de todas las etnias, y entre ellas, un número considerable de indígenas. Estos indígenas que lucharon contra ingleses, franceses y holandeses, lo hicieron por convicción, y de esta forma manifestaron, durante 300 años, su lealtad con la Monarquía española y con la Iglesia católica. Pero además defendían sus comunidades políticas y la tierra de sus ancestros. No lo veían como contradictorio.
De lo expuesto surge que no existía un ejército español de ocupación en América, y que ante la eventualidad de un ataque inglés, francés u holandés eran las propias autoridades locales las que organizaban la defensa con las milicias populares formadas por gente de todas las etnias, y entre ellas, un número considerable de indígenas. Estos indígenas que lucharon contra ingleses, franceses y holandeses, lo hicieron por convicción, y de esta forma manifestaron, durante 300 años, su lealtad con la Monarquía española y con la Iglesia católica. Pero además defendían sus comunidades políticas y la tierra de sus ancestros. No lo veían como contradictorio.
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