Cuenta un relato que nadie ha podido verificar ni refutar, que Tapeykuá, (''Camino del agujero del Lago''), el primer hombre, surgió del fondo de un lago, Ypakaray, (de Ypa, Lago, Karaí, Señor, Y, Agua; ''Lago del Señor del Agua''), el Océano Mítico del este. Algo así como el Océano Atlántico.
(Más tarde, los guaraní llamaron así a un lago que, tras ser bendecido por el jesuita Luis de Bolaños, contuvo sus aguas para que estas no inundaran el valle de Pirayú. Este lago se llama Ypacaraí, ''lago del Señor'', pero también se cree que su nombre se debe a que cuando los españoles preguntaron cómo se llamaba, los indios respondieron ¿''Ypa karai''? ¿Se refiere al agua, señor? Lago que se hizo mundialmente famoso por la canción ''Recuerdos de Ypacaraí).
Pero estamos en el origen del mundo. Tapeykuá o Tapaicuá sale del Océano Mítico y de él nacen dos hermanos, Tupí y Guaraní (Pi es escampar; Gua, lugar/ originario). Cuando se produce el Diluvio Universal, Tupí y Guaraní se salvan porque, asesorados por Tamandaré, se suben a las copas de las palmeras.
Mientras Tupí se establece en las costas de Brasil, Guaraní coloniza el interior de América del Sur: Paraguay, Uruguay, Argentina, Brasil, Guayanas.
Los tupí-guaraní cuentan su aventura a los españoles
Hace 410 años, un español llamado Martín del Barco Centenera, publicó en Lisboa un poema épico, La Argentina, donde sostuvo que los indios americanos, sobrevivientes de la antigua Atlántida, descubrieron América hace miles de años, navegando a través del Océano Atlántico. Barco Centenera afirmó, basándose en los escritos de Platón, que hace unos 11.500 años, un continente unía América con España, de manera ''que en tiempos pasados se venía por tierra mucha gente''.
El cronista y poeta español Barco Centenera dice que después del Diluvio, España fue poblada por un descendiente de Noé, Jafet (al que se creía antepasado de los europeos), pero luego llegó a la Península otro pueblo, de origen oceánico desconocido, los descendientes de Tupí, quienes les disputaron el territorio encarnizadamente, al punto de que se produjeron episodios de canibalismo.
El relato recuerda al de Platón, pero en este caso no son los reyes de Atenas y de la Atlántida quienes se enfrentan por el control de Europa, sino los descendientes de Jafet (un personaje bíblico) y de Tupí (un personaje clave de la mitología tupí). Barco realiza un sincretismo bíblico-mítico. Finalmente los jafetitas expulsan a los tupís, quienes se ven obligados a emigrar hacia el oeste, navegando de isla en isla:
''Expulsos de la tierra, fabricaron/ los barcos y bateles que pudieron/ y a priesa muchos de ellos se embarcaron,/ y sin aguja al viento velas dieron/ A las furiosas aguas se entregaron, / y así de Extremadura se salieron; / y a las islas, que dicen Fortunadas, / aportan con sus barcos destrozados''.
El Océano Atlántico está dividido por una gigantesca cordillera submarina volcánica, que se forma a medida que el magma fluye desde las profundidades terrestres al fondo oceánico. Muchas islas del Atlántico, son islas volcánicas: Azores, Ascensión, Santa Elena, Tristán da Cunha, Bouvet. San Pedro y San Pablo, cerca de Brasil, son peñascos. La actividad volcánica, las regresiones y transgresiones marinas, pudieron impulsar a los migrantes cada vez más hacia al oeste.
La epopeya del descubrimiento de América por los tupís, narrada por un español
''[...] Llegando, pues, allí, ya reformadas/ sus barcas y bateles, con gran brío,/ tornáronse a entregar a las hinchadas/ ondas del bravo mar a su albedrío. /Los barcos iban rotos, destrozados,/ cuando tocaron tierra en Cabo Frío,/ que es tierra del Brasil, yendo derecho/ al Río de la Plata y al Estrecho''.
Cabo Frío es un buen lugar para desembarcar, cerca de Río de Janeiro. Se han encontrado huellas de presencia humana en ese lugar desde hace 6.000 años, que podría ser la fecha del desembarco. La costa es el área privilegiada de difusión de la cultura tupí. Desde Cabo Frío habrían descubierto el Río de la Plata, anticipándose a Juan Díaz de Solís (1516) y el Estrecho de Magallanes (1520).
Fantasía, verdad y verosimilitud del relato
Durante mucho tiempo, se consideró que la historia que Barco Centenera cuenta en este relato era confusa y fantástica. Sin embargo, refleja ideas de la época. Barco estuvo unos 24 años en América y recogió diversos relatos orales. Pero hay otras fuentes que nos han trasmitido el mismo relato:
''Por la antiquísima tradición que corría en esos tiempos entre los indios guaraní, referían estos que dos hermanos con sus familias, de la parte del mar llegaron embarcados a Cabo Frío, y después al Brasil. Por todas partes buscaron otros hombres que les hiciesen compañía. Pero los montes, las selvas y campiñas solo estaban habitadas de fieras, tigres y leones [yaguaretés, colocolos, etc]. Con esto se persuadieron ser ellos los únicos habitadores del terreno, y resolvieron levantar ciudades para su morada, las primeras, según ellos decían, de todo el país''. José Guevara, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, 1882.
En 1531 el portugués Pero Lopes de Souza se internó (ilegalmente) en aguas del Río de la Plata. Encontró un intenso tránsito marítimo, pero no se trataba de naves españolas:
''Lunes 25 de noviembre.- [...] El viento era sudeste [...] Estaba a dos leguas [10-12 km] de donde partí [de San Gregorio, al suroeste de Uruguay] cuando salieron de tierra hacia mí, 4 almadías [grandes balsas] con mucha gente [...] remaban tanto que parecía que volaban [...] Se reunieron pronto conmigo [...] ellos venían con muchos penachos y pintados de mil colores; se aproximaban sin mostrar miedo y con mucho placer nos abrazaban a todos; no entendíamos su habla que no era como la del Brasil [?]; hablaban guturalmente, como moros; sus almadías tenían 10 a 12 brazas de largo [20 metros] y media braza de ancho [1 metro], hechas de madera de cedro muy bien trabajada: remaban con unas palas muy largas que en su extremo tenían penachos y borlas de plumas [...] en cada almadía remaban 40 hombres de pie [...] mandaron una almadía por pescado; fue y vino en tan breve tiempo que quedamos espantados [...]''. Diario de Navegación, Enciclopedia Uruguaya, Montevideo, 1968, pp 161-168.
Tupí
Guaraní
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