miércoles, 9 de octubre de 2013

Respublica Orbis


El sentido original de ''República'', en español (del latín res=cosa, patrimonio, negocios; publicus=público, común o compartido) es el de ''Comunidad'', parecido al de ''Commonwealth'' en inglés, (del inglés common=común; wealth=riqueza, patrimonio), es decir, República=Commonwealth.

Hay que hacer notar que de aquí no se deriva que República y Monarquía sean cosas opuestas; más bien al contrario: una Commonwealth puede ser lo mismo una República que una Monarquía. La Commonwealth británica es una Monarquía; pero la Commonwealth of Massachusetts es la República de Massachusetts, uno de los Estados que integra los Estados Unidos de América.

Nuestros antepasados españoles e hispanos pasaron siglos teorizando sobre las ''Repúblicas de españoles'' y la ''República de españoles'', que no vayamos a pensar que era España, sino las comunidades y la comunidad de españoles e hispanos dispersos por todo el mundo. Antes del siglo XVIII a nadie se le ocurría que Monarquía y República pudieran ser categorías contradictorias y mucho menos irreconciliables, harto capaces de cobrarse la vida de miles de españoles y de hispanos.

El hecho de que hoy España sea un Reino y todos los demás países ibero-americanos, incluyendo a Portugal, sean Repúblicas, suena como un problema, pero no lo era para nuestros antepasados.

Españoles y portugueses, -como ya insistimos en otros artículos- formaban una red de ciudades comerciales dotadas de autonomía y hasta independencia política, como las antiguas poleis griegas. (Polis, πόλης, muchos, también es ciudad, ''comunidad política'').

Créditos: CarlosVdeHabsburgo.

Pero los españoles y portugueses de los siglos XV, XVI y XVII, no eran los primeros ni los únicos en formar redes mundiales de ciudades. 

En la Edad Media, los árabes fundaron en el este de África, desde Eritrea hasta Mozambique, una red de ciudades. De esta manera, sabían que podían contar con la ayuda de sus parientes en África en la interminable ruta hasta la India. Los primeros colonos árabes convirtieron al Islam a los pueblos africanos de la zona y los incorporaron a sus ciudades y reinos; de esta forma surgió una civilización nueva, mestiza, perfectamente africana y perfectamente árabe al mismo tiempo, que dio origen a la cultura swahili o suajili. Su centro comercial más importante era Zanzíbar (del árabe Zanzi-bar, ''la tierra de los negros''):
































Área swahilihablante. Fuente: Wikimedia.


A semejanza de lo ocurrido en América, en la misma zona de colonización árabe-swahili habían existido previamente, notables civilizaciones autóctonas. (Lea: ''Trujillo'' en Las ciudades hispanas del Pacífico). Además, antes de que llegaran los árabes, una primera corriente colonizadora, procedente de Malasia, se había establecido en Madagascar, en los primeros siglos de la era cristiana, para poder llevar la canela hasta el Mar Rojo, y desde allí hasta la misma Roma.

Los swahilis, árabes y malgaches del este de África conocían perfectamente las rutas hacia la India, Indochina, Malasia, Indonesia y China. En 1498, fue un piloto swahili el que guió hasta la India a Vasco da Gama, quien no necesitó descubrir la ruta (la descubrió para los europeos, pero no para los africanos y asiáticos): la ruta hasta la India era bien conocida.



Hubo otras comunidades de este tipo. Todo el Islam, en realidad, era una red de ciudades. Una de las redes urbanas más activa y próspera era Indonesia, donde se encuentra nada menos que las Molucas a las que hubiera deseado llegar Cristóbal Colón. En la actualidad, Indonesia es la zona más poblada del Islam:









Mapa de Indonesia. Fuente: Wikimedia.

El conjunto de estas redes urbanas de África Oriental y del Sudeste asiático a las que luego se sumaron las redes urbanas españolas y portuguesas en América y Asia, formaban lo que nuestros antepasados llamaron la Respublica Orbis, la Comunidad mundial, un conjunto de ciudades medievales y renacentistas que compartían un patrimonio común, no solo material sino inmaterial.

Este patrimonio estaba formado por la riqueza y prosperidad compartidas, pero también por las técnicas de navegación, conocimientos científicos, y sobre todo, por una espiritualidad común, un alma común, sin la cual la prosperidad material no hubiera tenido lugar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario